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AMLO, igual que Peña Nieto

Como sucede con todos los populistas: las propuestas como el combate a la corrupción y la aplicación de la justicia las utilizan para alcanzar el poder

OPINIÓN

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Nadie en sano juicio podría negar que la corrupción es uno de los graves problemas que padece nuestro país, y por ello mismo, su combate y extirpación se convierten en una tarea ingente de cualquier gobierno, y, desde luego, del de Andrés Manuel López Obrador. No por nada le dedicó a este tema la mayor parte del tiempo de su discurso presidencial. Pero no se detuvo en ello, sino que el tema del combate a la corrupción fue el elemento conceptual sobre el cual giró la totalidad de su propuesta de gobierno, la misma que fue expuesta frente a las y los legisladores. Textualmente dijo: "El combate a la corrupción es la principal función del Estado”, “el poder político y el económico se nutrieron de la corrupción,” “me dedicaré, como presidente, a regenerar la vida pública de México,” “el dinero que recuperaremos será suficiente para resolver todos los problemas del país”. Entiendo que estas expresiones del ahora presidente López Obrador fueron parte sustantiva de su discurso electoral, pero no entiendo que lo siga utilizando como presidente con altas responsabilidades para el cumplimiento de la Constitución y la ley. Hay analistas, periodistas, políticos, que, con razón, cuestionan la validez de estas aseveraciones. Por ejemplo: ¿es verdad que la principal función del Estado es el combate a la corrupción? En sentido diferente pienso que no, y sin embargo resulta obvio que las instituciones del Estado -incluyendo al Presidente- deben establecer planes, definiciones, para combatirla. Pero aún suponiendo que esta sea “la principal función del Estado”, por qué entonces López Obrador la soslaya, la devalúa, la menosprecia, y, en sentido diferente, anuncia medidas para fomentarla y con ello alentar que siga dañando al país y a la gente. Eso es lo que significa, por ejemplo, que como si fuese emperador, López Obrador decide que perdonará a los criminales y delincuentes; a aquellos que afectaron gravemente el erario público, la economía del país, y los derechos de la gente. Alienta la corrupción cuando coloca el principio moral de la indulgencia sobre el principio de la justicia. Alienta la corrupción cuando decide que no aplicará la ley y la justicia, porque a él no le conviene la confrontación política; cuando privilegia la estabilidad de su gobierno por sobre la aplicación de la ley. Alienta la corrupción cuando en lugar de colaborar para que funcionen las instituciones de procuración de la justicia, decide como un monarca, que la gente en las plazas decidida en consultas falsas y amañadas, si se aplica la ley. Alienta la corrupción cuando en lugar de crear ciudadanía se empeña en mantener, a través de los programas asistenciales, el control político-corporativo de los mexicanos. Como sucede con todos los populistas: las propuestas más revolucionarias (como el combate a la corrupción y la aplicación de la justicia) las utilizan para alcanzar el poder. Esto es lo que pasa con el combate a la corrupción. El presidente López Obrador -como Peña Nieto- dándole impunidad a los criminales.    

JESÚS ORTEGA MARTÍNEZ COLABORADOR

@jesusortegam