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De los discursos a las acciones de gobierno

El Estado que mayor eficiencia demuestra en la recaudación, es un Estado desarrollado

OPINIÓN

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Toda nación, todo Estado cobra impuestos. Lo digo de otra manera: Ningún Estado, ningún país, podría existir si no recibiera las contribuciones que aportan los trabajadores, empresarios, consumidores y el conjunto de los ciudadanos. Pero, más aun, los impuestos son ahora uno de los instrumentos que más se utilizan por los gobernantes para poner en práctica políticas de redistribución de la riqueza nacional y de abatimiento de la pobreza. Contrario a lo que dicen los gobernantes populistas, se trata de recaudar más, pero con justicia, proporción y equilibrio. Por poner un ejemplo: En los países escandinavos, los contribuyentes pagan a la hacienda pública un gran porcentaje de sus ingresos, pero a cambio, esos mismos contribuyentes y el conjunto de la población, reciben del Estado y del gobierno los servicios necesarios para una vida de bienestar y para poder ejercer los derechos humanos sin restricción alguna. Por ello, es reconocido que el Estado que mayor eficiencia demuestra en la recaudación, es un Estado desarrollado desde el punto de vista institucional. Es un error suponer que el gobierno que menos impuestos cobra es el mejor, como pregona el actual Presidente. El dilema no está en si hay que cobrar o no impuestos. Hay que cobrar impuestos, pero la recaudación debe ser justa y debe acercarse lo más posible al principio fiscal, de que quien obtiene los altos ingresos paga mayor porcentaje de impuestos, y quien obtiene menos ingresos paga, obviamente, menos impuestos. Cuando esta fórmula se invierte y paga más el que menos tiene, como sucede en México, entonces, los gobiernos caen, tarde que temprano, en una inestabilidad política y también económica. Esto es lo que sucede con los candidatos populistas que en sus discursos de campaña condenan los impuestos, y de manera permanente, insisten en lo injusto que es el gobierno al cobrar impuestos. Pero esto sólo lo hacen en campaña, porque cuando acceden al gobierno, se olvidan de tales ideas. Esto es lo que sucedió en México durante la campaña pasada, y especialmente, con la estrategia discursiva del entonces candidato de Morena. Su campaña consintió en prometer que daría dinero a la gente y les cobraría menos impuestos. Ejemplifico con dos elementos: Prometió bajar el precio de la gasolina, desapareciendo el impuesto especial al consumo del combustible. ¿Que pasó? Pues lo obvio. AMLO necesita recursos para sus programas asistenciales, y se olvidó de su promesa de terminar con este impuesto. Lo mismo sucedió con la idea de reducir el IVA e ISR en la frontera norte. Como él mismo ha dicho: "Una cosa son los discursos en las campañas y otra las acciones en el gobierno". En esto el Presidente está siendo, como pocos, impecablemente consecuente.
 

JESU?S ORTEGA MARTI?NEZ

COLABORADOR

@JESUSORTEGAM