Todos los que practican la lucha libre de manera profesional saben del alto riesgo al que se exponen en cada una de sus presentaciones.
En los 85 años que tiene de vida esta actividad en el país, se cuentan varios decesos de profesionales del cuadrilátero en pleno escenario, tales como los casos de Oro, Sangre India y Perro Aguayo Junior; son algunos nombres que se cuentan en esta lamentable lista.
Es importante resaltar que todos aquellos que logran hacer una carrera en este medio, a lo largo del tiempo vieron reflejado en su cuerpo el alto riesgo de vivir su pasión.
Muchos son los luchadores que terminan sus días acompañados de grandes lesiones. Leyendas como son Black Shadow y As Charro, por mencionar algunos, continuaron su vida después del retiro, con una mermada salud física.
Lamentablemente, el medio de la lucha libre se vio envuelto en una muy triste noticia. En un encuentro en la Arena Adolfo López Mateos, en Tlalnepantla, un luchador lanzó un ladrillo a la cabeza de su adversario, poniendo en riesgo total la vida de éste.
Afortunadamente, el deportista no perdió la vida. Es claro que la lucha libre es un deporte de contacto, pero esto que sucedió ¿tiene razón de ser?
Pese a todos estos casos, lo lamentable es la atención de la que adolece la lucha libre de parte de las autoridades y de los empresarios, a los cuales, por lo que se vive prácticamente en cada evento en el país, se les hace poco el alto riesgo al que están expuestos los gladiadores.
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