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La venia de la Madre Tierra o la Constitución

AMLO arrasó con miles de hectáreas de árboles por construir la refinería, y lo hará también para construir el Tren Maya

OPINIÓN

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Para combatir al populismo hay que analizarlo y sobre todo conocerlo. Hay que saber con precisión de sus orígenes, de sus causales, de sus motivaciones. En primer término, deberemos entender que el populismo no es un fenómeno circunstancial que en momentos puede aparecer, pero que igual luego desaparecer; que puede presentarse con inusitada fuerza, y luego diluirse silenciosamente. Esto, no es lo que ha sucedido con los populismos, y en sentido contrario, sólo dejan el poder, sólo si son derrotados mediante la política y la fuerza que a través de ésta se puede juntar, acumular. Si no es así, a través de la política, los populistas se eternizan en el poder. La gran mayoría de los populistas tienen proyectos para el largo plazo, y algunos, en su ambición y delirio, pueden albergar en su mente "proyectos milenaristas". Mussolini, por ejemplo, pretendió restaurar la grandeza del imperio romano, y para ello siempre trataba de emular a Julio César, al "dictator perpetuus". Con Hitler, las cosas no eran diferentes. Algo que es abominable de nuestra realidad como país es, precisamente, el racismo. Y toda acción política gubernamental, y del conjunto de la sociedad, debiera perseguir el objetivo de terminar con el racismo, para recrear a nuestro país en el reconocimiento de nuestra condición de nación plural y diversidad. Por ello es tan negativo que el presidente López Obrador, un populista, aliente formas de racismo, de separatismo, de exclusivismo. Pero desde su punto de vista, ese racismo es en contra de los "blanquitos", para así pregonar una reedición de las tesis absurdas del Vasconcelos pro nazi, acerca de "una superioridad de la raza cósmica". Por ello el nombre de su movimiento, la constante referencia a la Virgen morena, su anclaje político entre los mexicanos de piel cobriza y morena, y, sobre todo, su exaltación de lo indígena. Su ascenso al poder de la Presidencia -desde su perspectiva y la de alguno de los más exaltados asesores- es una especie de venganza racial. La ceremonia verdadera para asumir la Presidencia no fue la del Congreso de la Unión, fue la del Zócalo. Ahí es cuando "el proceso de transmutación se culminó", y quien tomó el poder fue "el cruzado, el místico”; un López Obrador "iluminado" que es el Presidente de una República que constitucionalmente es laica, y que alienta la pluralidad, religiosa, étnica, racial, social, cultural como una riqueza Y en el marco de esa tremenda paradoja, lo que le importa a López Obrador -para sacar adelante algunos de sus más importantes proyectos político y económicos- es "el permiso de la madre tierra". Con tremenda licencia, López Obrador, suspendió el aeropuerto en Texcoco, arrasó con miles de hectáreas de árboles para construir la refinería, y terminará con otros millones de hectáreas de selva y bosque para construir el Tren Maya. ¿El impacto ambiental, cultural, legal? Nada de ello le importa, pues ya cuenta, desde ayer, con la "venia espiritual e histórica" que le ha otorgado la "madre tierra" y algunos grupos alienados a la idea de la venganza racial y étnica.  

EX PRESIDENTE NACIONAL DEL PRD

@jesusortegam