Apenas han transcurrido algunos días desde que asumió la Presidencia de la República, y Andrés Manuel López Obrador ha dado pasos de enorme riesgo para la estabilidad política y económica del país.
El Presidente no deja pasar oportunidad para pelearse, lo mismo con la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que con la oposición en el Congreso; agarra pleito con los gobernadores, con la prensa que no le es incondicional, con los tenedores de los bonos del aeropuerto de Texcoco.
Y con pena y preocupación estamos observando que “lo suyo, lo suyo” no es la prudencia sino la confrontación permanente contra todos aquellos que piensan diferente a él.
Que la suspensión de las obras del nuevo aeropuerto en Texcoco resulta en un disparate con grandes costos políticos y económicos, ¡Pues no importa! y entonces el Presidente ordena que se dilapiden más de 70 mil millones de pesos en cubrir los costos de la interrupción y el valor de los los bonos de los inversionistas.
Que Paco Ignacio Taibo tiene imposibilidad constitucional para ser director del Fondo de Cultura Económica, ¡pues no importa ello, y contra toda sensatez, el Presidente le impone como “encargado” de la dirección de dicha editorial!
Que asignarles a las Fuerzas Armadas la seguridad pública es inconstitucional, ¡pues ello nada le significa, y entonces, el Presidente integra a soldados y marinos a la guardia nacional y les envía a recorrer las calles!
Que la Ley Federal de Remuneraciones de los Servidores Públicos aprobada por Morena es inconstitucional, ¡pues al Presidente le importa un bledo, y ordena, contra toda normatividad, que se aplique!
Que la SCJN determina -en razón de su inconstitucionalidad- la suspensión de los efectos de la mencionada ley, ¡pues al Presidente eso le enoja, y contra toda prudencia se lanza contra los ministros y les acusa “de dar un mal ejemplo y de cometer un acto de deshonestidad”!
Esto sólo es el principio de lo que será -si no se pone un valladar- el comportamiento constante de López Obrador durante su gobierno: Su voluntad caprichosa por sobre toda norma, incluyendo la propia Constitución General de la República.
Y no es que se pierda de vista que se requiere de fuerza y de determinación en la conducción del gobierno, y más aun cuando se vive una enorme crisis en las instituciones del estado mexicano. Pero en la fuerza debe tener legitimidad y legalidad, porque de otra manera la mencionada crisis no se podrá superar, y en sentido diferente sólo se contribuirá, como ya le ha sucedido antes al país, a instalar dictaduras que conducen a una interminable espiral de anarquía, violencia y deterioro de las condiciones de vida de la población.
El Presidente está jugando con fuego y coloca a la sociedad en una inútil como peligrosa confrontación social y política.
EX PRESIDENTE NACIONAL DEL PRD
@JESUSORTEGAM