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El daño de volarse

OPINIÓN

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De la peor manera posible terminó el año futbolístico para la Selección Mexicana, y no, no es por la acumulación de derrotas en partidos amistosos, sino por el entorno de un combinado que en este 2018, pese a tener a “la mejor generación de su historia”, no logró trascender en la Copa del Mundo y más preocupante aún, retrocedió incluso en varios rubros, por lo que el reto vaya que será mayúsculo para el proceso que concluirá dentro de cuatro años en Qatar. Como es costumbre el optimismo desbordado hizo abrigar esperanzas, pese a que el estilo de Juan Carlos Osorio demostró que sólo funcionaría en Fase de Grupos, mas no en la etapa eliminatoria, donde sólo pudo lograr una victoria en seis encuentros de este tipo, lo que llevó al Tricolor a quedar eliminado en Octavos de Final por séptima ocasión al hilo. Desgraciadamente esta alegría rampante es la que a final de cuentas acabó por dañar mortalmente a este proceso. Porque, como bien dicen, “de las derrotas se aprende más que de las victorias”, y prueba de ello fue el “mareo generalizado” tras aquel histórico triunfo sobre Alemania (0-1), en el debut en Rusia 2018, el cual derivó que se perdiera el piso de una manera brutal, al grado de que el anhelo del quinto partido se transformó en “imaginarse cosas chingonas” y, por ende, en pensar que se podía incluso pelear por el título, sin tener las bases bien cimentadas. Esta inercia le permitió a la Selección superar a Corea del Sur (2-1) en su segundo partido y encaminarse a los Octavos de Final, pero ¡qué abrupto fue el despertar! ¡Cuánto daño hace volarse y pensar que todo se ha conseguido, cuando apenas se han dado los primeros pasos! Jamás se analizaron las circunstancias que le permitieron a México comenzar de manera perfecta en esa justa mundialista; se quedaron únicamente con la historia y en esta ocasión no era un argumento suficiente para trascender; por ello, el golpe tras la primera caída fue tan doloroso que dejó en evidencia la frágil estructura de una Selección que ya no supo cómo levantarse, lo que se reflejó fehacientemente en un segundo semestre de pesadilla, ya sin técnico, sin proyecto definido y con jugadores poco comprometidos con la causa. Hoy en día muchos piensan que fue en Ekaterimburgo donde comenzó la debacle del combinado nacional, al ser goleado por primera vez en 40 años en una Copa del Mundo (0-3 ante Suecia), pero esto no fue así, pues con el correr de los meses ha quedado claro que la caída comenzó a fraguarse el 17 de junio, en el Estadio Luzhnikí de Moscú, cuando una “campanada” sobre la peor Alemania de la historia hizo que 23 jugadores y un técnico se volaran e imaginaran que ya todo estaba hecho, sin considerar que sólo era el primer paso de muchos que deben darse para alcanzar el mayor objetivo.  

Por ALEJANDRO ASMITIA V.

@ALEX_ASMITIA