Salvador Cerón: Transformación social y políticas públicas

El actual gobierno debe tener un plan de desarrollo congruente, realista y políticamente viable

En materia de políticas públicas, observamos el enfrentamiento de dos paradigmas opuestos; de una parte, el que insiste en la libertad de los agentes económicos, y por otra, el que postula la necesidad de un Estado fuerte que mejore la asignación de recursos. La experiencia, sin embargo, es muy rica en matices y muestra como cada país, en diferentes momentos y frente a diferentes situaciones, va descubriendo campos y fórmulas en los que el Estado participa con mayor intensidad, y otros en los que debe dejar una mayor libertad. Del aprendizaje de esas experiencias sabemos qué es lo que se puede conseguir y cómo conseguirlo –economía positiva–, pero también deberíamos ser conscientes que la estabilidad social a corto plazo y la formación de expectativas positivas respecto del desarrollo y la superación de la pobreza son indispensables para asegurar el crecimiento a largo plazo. Así desde una perspectiva responsable, se hace indispensable transformar la realidad socioeconómica, sin asumir compromisos ideológicos y orientar la solución de los problemas económicos a través de un enfoque efectivo de políticas públicas. Los principios ordenadores de la sociedad son aquellos valores éticos que facilitan la convivencia social y que emanan de leyes naturales: el respeto a la dignidad humana y la libertad; la justicia distributiva, conmutativa y legal; la promoción del bien común, la solidaridad y la acción subsidiaria; y el respeto a la autoridad legítima. Es necesario evitar el suponer que los deseos de mejora bastan por sí mismos o que la pura palabra de un funcionario bien intencionado baste. Siempre es importante plantear propuestas con visión de futuro, tanto para la conformación de un Estado fuerte, como para asegurar una economía sana. La verdadera transformación pasa por un cambio en la sociedad; sus valores, cultura, compromiso y acción verdaderamente transformadora, que sea capaz de cambiar su situación, pero sobre todo a las personas, –podríamos decir un nuevo mexicano–. Pero todo ese proyecto pasa por una estrategia educativa que tendrá que incidir en la forma de conducirse, producir y construir un futuro para México. Hay que evitar que esa oportunidad se pierda por una concesión política o el juego del poder. Los objetivos por los que nos tenemos que orientar son: crecimiento económico y disminución del desempleo; mejora de oportunidades y acceso; alivio de la pobreza y mejora de las condiciones de vida de la población; estabilidad de precios y certidumbre económica; independencia, estabilidad, seguridad y paz social. Ante el reto que representa la pobreza, inequidad, inseguridad, desconfianza, desempleo, entre otros, un gobierno responsable ha de saber imprimir énfasis, prioridades y talento en la resolución de los apremiantes problemas del país sin poner en riesgo el futuro y el uso de recursos, pero sin descuido de las necesidades inmediatas de la población más vulnerable, actuando con firmeza para mantener el orden y el respeto por las instituciones, el bien común y la dignidad de la persona.   SALVADOR CERÓN AGUILAR COLABORADOR