En su gira del adiós ante los ricardos del campo mexicano, el presidente Enrique Peña Nieto afirmó que deja un campo productivo, competitivo, próspero; que genera una gran riqueza –para unos cuantos, acotan los observadores políticos y varios especialistas-, pero muy diferente al que existía al principio de su administración.
¿Fue exitosa la política agroalimentaria en estos seis años? Preguntó el primer mandatario. Los hechos, respaldados por cifras verificables, son la mejor manera de responder a esta pregunta, señaló y expuso: Durante esta administración, el sector agropecuario y pesquero ha tenido un crecimiento superior al de la economía nacional. De hecho, será más del doble que en la administración anterior. En 2017, se logró una producción agrícola histórica, con 263 millones de toneladas, 21 por ciento más que en 2012. La producción de carne ascendió a 6.7 millones de toneladas; 12 por ciento más que en 2012. Y la producción pesquera y acuícola logró un máximo histórico de 2.1 millones de toneladas; 38 por ciento más que en 2012.
¿Realidad o ficción la que viven millones de campesinos? Preguntan a su vez los agroyuppies, quienes recuerdan que en su primer discurso sobre el sector agropecuario –a principios de diciembre de 2012- Peña Nieto se comprometió a cambiar el paradigma que, dijo, ha llevado a pensar a muchos que el campo mexicano está condenado a vivir en pobreza, en rezago y sin ser un detonador de mayor riqueza y de mayor desarrollo para la gente. Reconoció que un alto porcentaje de la población rural vivía en condición de pobreza y, a veces, de pobreza extrema (cuasi miseria, decían sus detractores).
Prometió impulsar un cambio, una transformación de la realidad social que vivía ese sector. “Vamos a hacer un campo justo, rentable, seguro, competitivo, próspero… que brinde seguridad social a quienes viven y trabajan en el campo. Cuántos años, cuántas décadas y no hemos logrado revertir lo que pareciera fuera la condena del campo nacional de ser el rostro de la pobreza de México”. Se lamentó el Presidente al principio de su sexenio. Y dejó sembrada la ilusión en millones de personas que integran el sector rural de que todas esas cosas humillantes, desagradables se iban a acabar en su administración.
Seis años después, y también con cifras verificables, algunos especialistas afirman que el grueso de la población campesina está en peores condiciones de hace 20, 30, 40 años, porque en todo ese periodo la brecha de la desigualdad entre los “ricardos” y los “jodidos” del campo mexicano es cada vez más ancha. Y ningún presidente, ni priista ni panista ha encontrado la fórmula para reducirla.
Y lo peor para los millones que viven en el campo pobre, es que quienes tendrán a su cargo el sector agropecuario en la administración de Andrés Manuel López Obrador no saben qué políticas implementar para transformar integralmente al campo con apoyos, recursos, inversión en infraestructura y, sobre todo, solución a sus demandas, a los rezagos acumulados en muchas décadas. ¡Pero esa es otra historia! Diría ya sabes quién.
@LUISSOTOAGENDA