Leyendo la excelente entrevista a Diego Fernández de Cevallos, que le hizo el periodista Álvaro Delgado, colaborador de El Heraldo de México y publicada en Proceso, confirmé lo que venía pensando desde hace meses del Partido Acción Nacional. Se ha quedado sin líderes.
Por razones diversas, al PAN perdió rumbo, brújula, ideales. Los panistas que lo dirigen hoy solo quieren el poder. Habrá quien me cuestione ¿y qué no es el poder el objetivo último de los partidos? Sí, pero depende de para qué se quiere el poder. Los fundadores de Acción Nacional concibieron a su partido como un instituto que forme ciudadanos que busquen el bien común antes que el poder.
El problema es que el PAN se ha quedado sin líderes, aquellos personajes legendarios que dieron la estatura moral que llegó a tener. Quienes arriesgaban todo, reputación, fortuna, futuro y hasta la vida por sus ideales.
Manuel Gómez Morín, Efraín González Luna, Aquiles Elorduy, Luis Calderón Vega, Francisco Fernández Cueto, Alejandro Ruiz Villaloz, Rafael Preciado Hernández, Juan Gutiérrez Lascuráin y Manuel R. Samperio concibieron y crearon otro partido. Ninguno de ellos está ya para ver lo que es hoy el PAN y en lo que podría llegar a convertirse si no gana la Presidencia de la República. Sus herederos tampoco están. Carlos Castillo Peraza, Luis H. Álvarez, Manuel J. Clouthier se fueron sin ver a su partido en el poder. Diego Fernández de Cevallos, el “Jefe Diego”, es el último de esas enormes personalidades. Él mismo dice en la entrevista que “va de salida”. Los dos ex presidentes panistas, Vicente Fox y Felipe Calderón, están alejados del partido. Los actuales ‘líderes’ son de otra talla. Una muy menor.
A esa pérdida de ideales y a falta de verdaderos líderes se debe la desbandada panista. Salvo Diego Fernández de Cevallos, ninguno otro de los panistas que hoy están al frente llenan los zapatos de quienes los fundaron y sostuvieron en la época más. Esa es la gran pregunta que deben hacerse los panistas, ¿si no ganamos el poder, qué? ¿Cuál será el futuro del PAN?
BON APPÉTIT
El senador Manuel Batlett insiste. Envió una segunda carta a El Heraldo de México donde asegura que mentí al citar una cena a la que primero dijo que no asistió y luego dijo que sí. Bartlett mintió. Además, dice que le imputé “falsedades añejas sin mencionar sus fuentes ni verificarlas, cuando está desarrollándose una campaña para descalificarme y utilizarme, para una vez descalificado, atacar a Andrés Manuel López Obrador por mi posición política a favor de quien será Presidente de la República”. Me halaga la importancia que el señor Bartlett insinúa que tengo.
Tal vez a Bartlett le falló la memoria al negar primero, y aceptar después, que asistió a la cena con aquellos intelectuales. No sería la primera vez. El senador Bartlett olvida que fue un enemigo despiadado de la oposición cuando era secretario de Gobernación, de Educación Pública o gobernador de Puebla en los gobiernos priístas de De la Madrid y Salinas de Gortari. Oposición que, por cierto, lo rescató de la fosa común política y hoy lo acoge.