Perjudican su propia imagen

Estimado fan, seguramente sigues a algún deportista en redes sociales o en las publicaciones de los medios tradicionales porque te gustan sus éxitos en su campo de acción, y que pueden resultarte inspiradores. Pero también te puede agradar cómo se ve o la calidad humana que transmite. Los primeros atributos pueden resultar fáciles de distinguir porque corresponden al orden físico, tangible. Pero el último no se puede pesar ni medir, simplemente se siente, es decir, se trata de un terreno intangible. La imagen es un todo integral que provoca percepciones. Es todo lo que se ve, se oye, se huele, se degusta, se toca; y también lo que no se mira, pero se sabe, o incluso se intuye. Como atributo de las marcas, una imagen debe gestionarse porque sirve para construir una reputación. Al decir que la imagen de una marca se provoca, es que de manera consciente puede controlar eso que se piensa de ella. Un deportista destacado es una figura al alcance de personas que lo siguen, admiran u odian por todo lo que confiere.Y la imagen debe ser congruente, es decir, que los hechos correspondan a las palabras. Resulta increíble que en estos tiempos existan deportistas que en apariencia no saben lo anterior o fingen ignorarlo por la comodidad que promueve la soberbia. El delantero colombiano del América Darwin Quintero fue presa de distintos episodios de bullying por xenofobia, en dos ocasiones por el ex defensa de Pumas Darío Verón, según denunció de forma pública. Fue agredido, pero se negó a ser víctima. El martes intentó darle un balonazo al reportero Marcelino Fernández, mientras éste realizaba su enlace en vivo para ESPN desde las instalaciones de Coapa. No le atinó, pero el asunto se viralizó en redes. Ante los insultos que recibió de los tuiteros que tomaron partido por Fernández, el sudamericano decidió subir una selfie en su cuenta oficial de Instagram, comiendo plátanos, con el comentario: “Si creen que me ofenden diciéndome simio, estoy orgulloso de mi color y de mi raza”. Quintero negó que quisiera pegarle a Marcelino, para evitar la multa que presuntamente le cobró el América por afectar su código interno. Si la multa se hace valer, será una acción correcta de parte del club que lidera Yon de Luisa. El problema no es la broma y su falta de puntería, sino la falta de valor civil para admitir su error. No cumple lo que exige. Darwin parece no comprender que su conducta puede ser emulada por mucha gente, incluidos los niños que pueden admirarlo. Hay deportistas que optan por hacerse de la vista gorda para no asumir esa responsabilidad. En una ocasión, un amigo del mundo del content marketing, que estimo mucho, me dijo: “Héctor, no te pongas tan exigente, son futbolistas”. También la estigmatización puede dañar una imagen.