Corea, unida

Las Organizaciones Deportivas de la sociedad civil, lideradas a nivel mundial por el Comité Olímpico Internacional, buscan como uno de sus principios fundamentales mantenerse alejadas de la política, según sus propios estatutos, como lo es la Carta Olímpica, sin embargo, la historia ha demostrado lo contrario por la gran influencia e interés en el deporte por parte de los gobiernos y la propia necesidad de participación coordinada entre gobierno, sociedad civil e iniciativa privada para la organización de los eventos magnos, como ejemplo los Juegos Olímpicos, así como en la propia representación nacional en cualquier evento Internacional. Esta semana recibimos la gran noticia de la participación de Corea del Norte en los próximos Juegos Olímpicos de invierno en Pyongyang, Corea del Sur, lograda con base en las negociaciones entre ambos países y que por supuesto bajará de manera sustancial en nivel de tensión en esa región, no solo para la parte deportiva con las delegaciones asistentes, sino también en lo político y militar, donde se abrieron conversaciones que llevaban cerradas y limitadas desde hace un par de años. Los Juegos Olímpicos en su historia han estado llenos de episodios relacionados con boicots, terrorismo, protestas y últimamente con la trampa sistemática a través del dopaje, sin embargo, también existen y quizá podríamos decir que son más, las grandes historias de unión y paz, que han dado pauta a cambios radicales en contra del racismo y otras manifestaciones políticas. Como ejemplos de uno y otro lado podríamos mencionar los Juegos de la Alemania Nazi en Berlín 1936, usados para demostrar la superioridad racial en teoría blanca y que fueron dominados por Jesse Owens de raza negra y representante de los Estados Unidos ganando cuatro oros. El atentado en Múnich 1972 donde murieron 11 atletas de Israel, los puños en alto en México 68 para demostrar el “Poder Negro” sin olvidar el movimiento estudiantil ese mismo año y los boicots en Moscú 80 y Los Angeles 84, entre otros tantos que se han vivido. Precisamente fue Corea del Sur, en Seúl 1988, donde por primera vez después de 16 años y cuatro Juegos Olímpicos, se lograba una edición sin boicot y con solo cuatro países ausentes entre los miembros al Comité Olímpico Internacional, siendo quizá los Juegos en Sydney 2000 y Londres 2012 aquellos que se han podido mantener alejados a los temas antes mencionados, por lo que celebro que de nueva cuenta en este país y bajo el pretexto del deporte se logren acuerdos para un mejor convivencia entre vecinos y finalmente en el interés mundial. México tendrá en Pyongyang un representación muy pequeña, de tres atletas, donde quizá pudiera calificar alguno más, dado que el proceso está a unos días de concluirse. De antemano mi reconocimiento a esos atletas y entrenadores que han logrado sobresalir y calificar a unos Juegos Olímpicos en deportes que no se practican de manera formal y regular en el país. Estoy claro que la expectativa es más de participación que de protagonismo o posibilidad de medalla, pero el simple hecho de haber conseguido su lugar basados en los procesos establecidos por sus respectivas federaciones internacionales, los hace dignos representantes en el máximo evento multideportivo a nivel mundial en los deportes invernales. Por lo pronto yo estaré muy pendiente de su desempeño, espero poder contagiarles algo y que ustedes también les den seguimiento, pues estoy convencido de que el esfuerzo de tantos años preparándose para estar a ese nivel hace que valga la pena. ¿Ustedes qué piensan?   Columna anterior: Lo que nos depara el 2018