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El PAN despedazado también por Peña

OPINIÓN

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El PAN ha tenido muchas crisis en su historia de 78 años, que cumple este 15 de septiembre, pero ninguna alcanzó la intensidad de violencia verbal y desgarramiento interno de la que está en curso que, como ninguna, tiene emanaciones pútridas. El cruce de imputaciones de traición, venganza y sobre todo corrupción no se produjeron cuando, en 1976, el PAN no postuló candidato presidencial, ni en el desprendimiento del Foro Doctrinario y Democrático, en 1992, ni siquiera cuando Gustavo Madero le arrebató el control partidario a Felipe Calderón en el ocaso de su infecundo sexenio. El cisma actual obedece no sólo a que el PAN es un partido político que no hace política ni sus órganos de deliberación deliberan ni sus dirigentes dirigen --la brújula de Ricardo Anaya es su candidatura presidencial--, sino porque a los panistas los gobiernan los odios y la corrupción los penetró hasta la médula. Y algo más: La “compra” de los senadores Ernesto Cordero, Javier Lozano, Salvador Vega y Roberto Gil Zuarth, secretarios de Estado y particular de Calderón, respectivamente, así como de José Luis Lavalle, allegado del fallecido Juan Camilo Mouriño, tiene el sello del muy priista Grupo Atlacomulco. En 2000, siendo gobernador Arturo Montiel y su sobrino Enrique Peña Nieto secretario de Administración, el PRI perdió la mayoría en el Congreso del Estado de México. Isidro Pastor, presidente de ese partido, la recuperó con la “compra” de 13 diputados del PAN que aprobaron todo. La maniobra en el Senado resume todo: Fue Emilio Gamboa Patrón, coordinador del PRI y el principal operador político de Peña, quien catalizó la crisis en el PAN vetando a las panistas Adriana Dávila y Laura Rojas para presidir la Mesa Directiva y entronar a Cordero con los votos de Gil Zuarth, Lozano, Vega y Lavalle. Dávila me contó que fue Cordero quien le confesó que el priista no quería a ambas en la presidencia del Senado –seis meses cada una--, sino él o a Gil Zuarth. “Yo le dije: ‘No voy a permitir que Gamboa decida en el PAN’.” Afín a Calderón, asesora de Cordero en la Secretaría de Hacienda y coordinadora territorial es su precampaña presidencial, Dávila le reprochó a Gamboa la maniobra, pero le aclaró: “Usted está en su derecho haciendo su trabajo. Aquí lo lamentable es que el trabajo sucio lo hayan hecho mis propios compañeros”. Gamboa inclusive le dijo que el veto no era por ser mujeres, porque podría haber sido Mariana Gómez del Campo: “’Nosotros también les dimos la oportunidad que pudiera ser Mariana’, nos dijo. ¡Ah, Chihuahua, la prima de la candidata! Ya no entendí nada”. Y sí: Muchos no entienden que el plan de Peña, avalado por Calderón, es liquidar a Anaya por oponerse al “pase automático” del fiscal Raúl Cervantes --que él aprobó como diputado-- para encaminar a Margarita Zavala, liquidable también. Así lo resume Gil Zuarth: “Hay la intención de jugar la semifinal con el PAN para luego ir contra Andrés Manuel López Obrador”. Columna anterior: La "guerrita" del joven Anaya