Dara, ¿puedes manejar mi Uber?

Luego de semanas de discusiones y reuniones que no llegaban a nada, Dara Khosrowshahi, un empresario nacido en Irán, con 48 años de edad, ex CEO de Expedia Inc. y cuya familia está vinculada estrechamente con diversas compañías radicadas en Silicon Valley, es el hombre que se encargará de darle rumbo a la hasta hoy errática y vacilante compañía Uber, que pese a estar valorada en 62,000 millones de dólares, todavía no ofrece ganancias y su futuro no está del todo claro. Khosrowshahi no lo tuvo fácil y no lo tendrá fácil. En principio, en la reunión del consejo de Uber que tuvo lugar el pasado fin de semana en el Four Seasons de San Francisco, el ex director de General Electric, Jeffrey Immelt, uno de los candidatos finalistas, decidió retirarse. La salida de Immelt, un legendario ejecutivo de negocios que se mantuvo al frente de GE por espacio de 16 años, obedeció a la falta de consenso entre los consejeros, quienes lo mismo cuestionaron su trayectoria en GE como el hecho de que sería una imposición de Travis Kalanick, el hombre que estrelló en los últimos meses a Uber. Los consejeros, entonces, se decantaron por la figura de Meg Whitman, actual CEO de Hewlett-Packard. Whitman, una dama de hierro que no suele vacilar, ante la desorganización reinante comenzó a cabildear con un grupo de los consejeros con el objetivo de granjearse un poder si no ilimitado casi omnipresente, acción que asustó a otra facción del consejo, tras lo cual sobrevino la elección de Khosrowshahi quien, en apariencia, era el candidato más débil. Los temores y dudas que Whitman había expresado en el pasado (durante el mes de julio, Whitman, quien no es una usuaria frecuente de Twitter, publicó una serie de tres tweets en los que se decía “totalmente comprometida” con HPE y negaba que fuese a ser la próxima CEO de Uber) se disiparon. “El consejo está aún muy fracturado”, declaró Whitman tras su fallido viaje a San Francisco. Tan fracturado que poco importa en cuánto dinero esté valorada la compañía o la revolución que ha supuesto a nivel mundial. Ese es el legado que le deja Kalanick a Khosrowshahi, y sobre tales arenas movedizas tendrá que empezar a reconducir el rumbo de Uber. Quizá por ello, apenas conocerse su nombramiento y ser presentado por un avergonzado Kalanick frente a un auditorio repleto, Dara Khosrowshahi no tuvo empacho en asegurar que, a más tardar en 18 meses, Uber estaría cotizando en la Bolsa de Valores. Valiente, sin duda, el problema es que desde hace tres años venimos escuchando la misma cantaleta y, al día de hoy, todavía estamos esperando el campanazo. No la tiene sencilla Khosrowshahi, que, además de todo, tendrá que padecer los embates de Donald Trump, a quien seguramente no le agradará que un ciudadano de nacionalidad iraní esté al frente de una empresa de tal envergadura. Dara, ¿puedes conducir mi Uber?   Columna anterior: El plan B de Videgaray que no existe