Turismofobia amenaza con expropiar hoteles

Afloran síntomas de hartazgo en un escenario donde las montañas de basura y el ruido infinito son nada comparado con la invasión a la privacidad. Ciudades y pueblos que antes eran habitables, ahora surgen como el monstruo de Frankenstein. La capacidad de carga turística ha sobrepasado todos los límites y sus pobladores empiezan a tomar medidas radicales. ARRAN, una organización de la izquierda independentista catalana propone la expropiación de hoteles y parques temáticos, además de prohibir la actividad de empresas como Airbnb para evitar la masificación de viajeros. Esta agrupación de manifestantes es la misma que en días pasados atacó un autobús turístico, averió bicicletas y realizó pintas, protestando por los visitantes que constantemente y en grandes grupos llegan a Cataluña, Baleares y la Comunidad Valenciana. En México, los problemas están a la “vuelta de la esquina”.  Lugares como Playa del Amor en Islas Marietas Nayarit donde tuvieron que cerrar algunos meses debido al ambiente afectado.  Holbox, “la Isla Chica” en Quintana Roo hoy descontrolada por falta de planeación. Algunos Pueblos Mágicos que en temporada alta se desbordan y acusan falta de servicios urbanos y comida, son tres ejemplos donde, sin señalar a los turistas –porque en eso basan su economía- saben que son los causantes del caos. El problema central está en que al Turismo no se le está analizando en serio. Esta materia es el fenómeno del presente siglo y toma al mundo sin propuestas. Hay que enfrentarlo con pensamientos y acciones que privilegien al ciudadano. Establecer leyes y políticas para destinos turísticos. Se les debe atender y proteger de manera diferente. No es igual Acapulco que Torreón. En algunas ciudades mexicanas ya estamos viviendo la gentrificación, este fenómeno urbano donde la población original de un barrio popular es progresivamente desplazada por otra de un nivel adquisitivo mayor y lleva a los expulsados a crear resentimiento. Hay que darse una vuelta por lugares como la Condesa o la Roma en la Ciudad de México, los vecinos originales que se quedaron, se muestran inconformes con la llegada de turistas que rentan vía Airbnb. Quien vive al lado de mi departamento me propuso poner un cartel copiado de alguno que vio en Barcelona que dice: “Bienvenido, Turista; el alquiler de apartamentos turísticos en este barrio destruye el tejido socio-cultural de esta zona y promueve la especulación. En consecuencia, muchos de nuestros vecinos se ven obligados a abandonar el barrio. Disfruta de tu estancia.” Lo siento amenazante. No me gustaría leer uno de éstos al destino que fuere. Tu qué harías, consciente lector. Columna anterior: Marriott, primer lugar en el ranking mundial