Los priistas ante la presidencia autoritaria

En unos días será la asamblea en la que el PRI definirá las reglas para elegir a su candidato a la presidencia. Es el objetivo, pero en las mesas, y sobre todo fuera de ellas, estará a debate un tema de la mayor importancia para los priistas y la sociedad: La presidencia autoritaria.

Cómo se ha modificado, retraído y relanzado este concepto de poder en los últimos años?

El gobierno de Salinas simboliza la presidencia autoritaria más definida y robusta en décadas. Gobernó con el PAN en Los Pinos, pero construyó un discurso y una atmósfera mediática que lo hizo aparecer como el salvador que había llevado a México al Primer Mundo, el presidente más poderoso en décadas.

Salinas ungió a Colosio y tras el asesinato, descartado Aspe ante los requisitos que lo imposibilitaban, en medio de presiones internas eligió a Zedillo, que después de Aspe representaba una garantía de permanencia del modelo neoliberal. Hasta el final de su mandato, Salinas conservó la imagen de un presidente-todo-poderoso, pese al levantamiento zapatista y los asesinatos políticos.

Una escena retrata las vicisitudes de la presidencia autoritaria de Salinas: tras el asesinato de Ruiz Massieu, líder de los diputados priístas, la sede del PRI, partido en el gobierno y triunfador en la elección presidencial, fue allanada por agentes federales.

En estas condiciones críticas Zedillo resolvió que había llegado el momento de amputarse el dedo elector, una decisión que desquició el entendimiento priista del poder presidencial y condujo a la derrota ante Fox; al renunciar al derecho de imponer al candidato, como lo establecían las reglas de la presidencia autoritaria, Zedillo desató una guerra entre los grupos de poder.

Roberto Madrazo lideró al PRI en uno de los momentos más críticos para el priismo. Se alió con Elba Esther Gordillo y construyó alianzas que revivieron el proyecto bipartidista de Salinas. Logró sumar a grupos de poder en estados con una larga historia de caciques y se hizo de la candidatura en uno de los peores escenarios para su partido.

Madrazo ganó la postulación en una situación semejante a estos momentos: todas las encuestas lo daban por muerto. La débil candidatura de Madrazo implicó, sin embargo, una reorganización de los poderes internos del partido, y el binomio PRI-PAN, inaugurado por Salinas-Diego Fernández de Cevallos y Luis H. Álvarez en el Congreso en los años 90, tomó forma de votos, no a favor de Madrazo, sino del candidato del PAN, Felipe Calderón, ayudado por los poderes fácticos que ante el debilitamiento de la presidencia autoritaria lograron una gran influencia en las decisiones de país.

Peña ganó la candidatura de un partido cuya estructura tradicional había sido modificada de manera radical por los gobernadores y los poderes fácticos. 

Cómo lo hizo es una historia indispensable para entender el modelo de su presidencia autoritaria.   Columna anterior: la manipulación del expediente Duarte