Llegó por fin a la cartelera Valerian, una de las películas más esperadas por muchos fans de Luc Besson, incluida su servidora y yo no sé si el jet-lag de las vacaciones me tiene todavía medio aletargada pero no logré conectar con este nuevo trabajo del cineasta francés. Cuando se trata de una película a la que le traigo muchas ganas, me alejo de las reseñas de otros colegas para no generar expectativas y llegar lo más "virgen" posible a encontrarme con una cinta. Y así pasó con ésta.
En medio de toda la ciencia ficción que trae consigo Valerian y de que resulta una pieza entretenida, me parece que la peli del señor Besson se pasó un poco de tueste y de cucharadas de miel. Y es que además de ser innecesariamente larga, la cinta le pone especial interés al romance de nuestros personajes interpretados por los no tan empáticos Cara Delevigne y Dane DeHaan, y esa no creo que haya sido la mejor idea para contar esta historia que tampoco ofrece nada novedoso. En fin, no fue el reencuentro más memorable que yo esperaba con Luc Besson. Caso contrario lo que me sucedió al volver a ver Cuando Harry Conoció a Sally.
Si bien el cine se percibe de manera distinta cuando lo vemos en una sala de cine que en casa o en una táblet, verlo en la pantallita del asiento del avión, te lleva a otro lugar muy interesante en el que, quizá debido a la cercanía, puedes prestarle más atención a detalles tan básicos como los diálogos. Y si a eso le agregamos el factor "edad", nunca va a ser la misma percepción que tenemos de una película que vimos por primera vez a los 16 años que a los treinta y tantos. Así me sucedió ahora que vi de nueva cuenta Cuando Harry Conoció a Sally (1989), que cuando yo la conocí, apenas empezaba a experimentar el amor y el desamor. Recuerdo que lo que más me impactó en ese entonces fue la escena del orgasmo fingido de Meg Ryan. Vamos, imagínense haber visto eso en mi adolescencia, cuando incluso la palabra "orgasmo" era tema tabú. De ahí me he la he topado en otros momentos diversos y eso es justo lo que les sucede a los personajes en la cinta, se van reencontrando en distintas etapas de su vida y conforme van pasando los años se reconocen diferente. Así se vive el filme también cuando lo ves después de tantos años, experiencias y descalabros acumulados. La escena del orgasmo ya no fue tan aleccionadora como los largos diálogos entre Harry y Sally analizando, entre otras cosas, si puede existir amistad entre un hombre y una mujer. La narrativa de la película la hace tan contemporánea que me daban ganas de sacar mi libreta de apuntes. ¡Vaya manera de reconectar con un clásico!. ¿Les ha pasado esto? Venga, cuéntenme.
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