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Morena, oda a la simulación

OPINIÓN

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Andrés Manuel López Obrador desperdició la oportunidad de un proceso, ya no digamos democrático, sino al menos transparente y sin cuestionamientos para definir a su candidato a Jefe de Gobierno, y se abrió un frente de pronóstico reservado en su bastión electoral, CDMX, dejando un cabo suelto –y maltratado- del tamaño de Ricardo Monreal, a quien ya empezaron a cortejar varios partidos. Si alguien tenía duda que el tabasqueño desprecia cualquier método que no pase por un palomeo suyo previo, él se encargó de aclararlo. Él es el dueño del partido, las decisiones las toma él y lo demostrará cada que pueda, para que nadie ose dudarlo, mucho menos desafiarlo. Aquí no diremos que Morena tenía la obligación de tal o cual método de selección, ni mucho menos. Podía haber dicho que habría “dedazo”, como sabemos ocurrirá en el PRI –por ejemplo-, y listo. Pero prefirieron disfrazar y engañar. El partido de AMLO vendió algo que fue incapaz de dar. Se presentaron como “diferentes”, anunciaron un proceso de selección por “encuesta” y a la mera hora quedaron como tramposos porque, ni fueron “diferentes”, en tanto que el dedazo se impuso, y la “encuesta” enfrenta la descalificación y desconfianza lo mismo dentro que fuera del partido. Cuatro días después de que se comunicara el resultado a los suspirantes, no sabíamos –ni tampoco quienes fueron medidos lo sabían- qué metodología se había utilizado, cuál fue la muestra, qué preguntas se hicieron, quiénes aplicaron los cuestionarios… no sabíamos nada. La encuesta era el secreto mejor guardado de la Ciudad. No deja de ser ilustrativo que AMLO, quien se ha cansado de hablar de encuestas “cuchareadas”, sea dueño del partido que perfeccionó el cuchareo. La encuesta, dijo una y otra vez la secretaria general de Morena Yeidckol Polevnsky, no se daría a conocer porque “fue parte de un proceso interno”. Como si lo que ocurre dentro de un partido pudiera ser secreto o mantenerse en la oscuridad. Es público, en tanto es el dinero público el que financia las actividades del partido y el sueldo de quienes cobran en él. Los cientos de millones de pesos que Morena ha recibido, están sujetos a fiscalización. Si pagaron una encuesta, los ciudadanos –militantes o no de Morena- tendríamos derecho a saber cuánto, a quién y de qué manera. Al final, después del escándalo y un mar de dudas, a regañadientes, Morena difundió la metodología de la encuesta. Todo, de principio a fin, fue simulación. Una oda a la falsedad para lograr lo que el dedo tabasqueño ya había decidido: la elegida era Claudia Sheinbaum. Simulación en el nombre que le dan, Coordinadora en CDMX, aunque de facto sea la candidata única. Simulación que se acompañó de otra simulación, la de un proceso de precampaña que no se reconoce como tal porque hacerlo sería aceptar la trampa cometida a la ley electoral por los actos anticipados de campaña. Simulación en una encuesta que mandó al tercer lugar al que punteó dos años el 90% de las encuestas publicadas, Monreal. Simulación de transparencia dando a conocer la metodología, cuando en realidad hubieran querido guardarla bajo llave. -Off the record Había un acuerdo. De otra forma, no hubiera aceptado ir por una jefatura delegacional antes. Columna anterior: Van por el gobernador