Con frecuencia se le escucha a José Antonio Meade, secretario de Hacienda, decir que los resultados económicos del país son buenos, que el problema es que el gobierno no los comunica de manera adecuada. Pienso que sucede exactamente lo contrario. El gobierno logró convencer a las calificadoras de deuda que había logrado una mejora de los balances de finanzas públicas, cuando buena parte de los datos reflejan el uso de los ingresos del remanente de operación del Banco de México.
Primero, el crecimiento será de 3%, pero solamente en dicho comparativo entre los primeros semestres de 2016 y 2017, ya que el pronóstico para el crecimiento anual en 2017 es de solamente 2%. Se trata de un crecimiento mayor a lo esperado al inicio del año, pero básicamente debido a que en ese tiempo no se tenía idea de lo disfuncional que sería la administración Trump, incapaz de articular políticas contra México.
El crecimiento es parcialmente explicado por un mayor consumo, a tasas de 2%, debido a variables como las mayores remesas y algún crecimiento de crédito bancario. Sin embargo, los datos sectoriales no lucen bien. Mientras el sector agrícola se desacelera, el industrial y el de servicios crecen solamente 0.6% con respecto al mismo trimestre del año anterior, mientras que la construcción pasa por un mal momento.
El gobierno fue también muy bueno para vender el dato de incremento del empleo, pero también para evitar el debate con respecto a la precariedad de los nuevos puestos de trabajo que se generan. En lo que va del siglo, según el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), la economía mexicana ha perdido alrededor de 1.8 millones de empleos que pagan más de cinco salarios mínimos. En contraste, en estos 17 años se generaron 854 mil puestos de trabajo de menos de un salario mínimo. En lo que va del año, el 86% de los puestos laborales generados, muchos de ellos por políticas de formalización, reciben sueldos de 4 mil 800 pesos al mes en promedio y, hecho, se perdieron alrededor de 75 mil puestos de trabajo de más de ocho salarios mínimos.
En realidad las famosas reformas estructurales no han generado mayor crecimiento, México sigue creciendo más o menos lo mismo que Estados Unidos, su único motor económico, lo que significa que se alcanzan tasas muy bajas para una economía en desarrollo. El bajo crecimiento que se genera es básicamente inercial, desde 2001 el promedio ha sido de 2.2%.
Pero aún, si el consumo es lo que ha generado cierto dinamismo, pero este comienza a desacelerarse, entonces estamos cerca de una recesión, ya que la inversión privada y la pública no crece. En cualquier momento podrán regresar las malas noticias de Estados Unidos. Por desgracia, así como nuestros funcionarios son buenos para vender los mediocres resultados, no son igual de talentoso para promover acciones para reactivar la economía.