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El perdón de Arpaio, señal de un problema mayor

OPINIÓN

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Cuando el presidente Donald Trump decidió perdonar al ex sheriff Joe Arpaio, hizo mucho más que exonerar por sus pistolas a un compañero de viaje ultraderechista y autoritario. Con su exoneración, Trump no sólo perdonó a un temprano partidario, sino a alguien que representa muchas, para no decir todas, las características del racismo y el abuso de poder en Estados Unidos. Y con ello, a una forma de pensar. No es que la condena de Arpaio, seis meses de prisión, sea mucho. Ciertamente era simbólica: la idea de un jefe policiaco que enfrente al delito y a los delincuentes con energía no es negativa, pero que los trate de formas comparables de tortura y que su persecución se haya enfocado más con perfiles raciales: si es o parece mexicano o es negro seguro es culpable de algo. La condena de Arpaio fue menos por esa dureza que por haber desobedecido la orden de un juez federal para dejar de usar ese tipo de acciones raciales. Pero con el perdón presidencial, de acuerdo con la organización Freedom House, el perdón, "envía el mensaje de que los agentes de policía y otros funcionarios públicos pueden atropellar los derechos de los inmigrantes con impunidad, un mensaje enfrentado con los trabajos de una democracia".
Para otros va mucho más allá. No sólo es un mensaje de impunidad para otros posibles abusadores sino, de acuerdo con varios analistas, una manera de socavar la investigación del fiscal especial Robert Mueller, sobre la presunta intervención rusa en favor de Trump en las elecciones presidenciales del año pasado, al hacer saber a posibles transgresores que si son suficientemente importantes, pueden confiar en la posibilidad de un perdón. Es "una cuña política", en palabras de John Kasich, el republicano gobernador de Ohio que ha sido un crítico de Trump desde que se postuló para la candidatura republicana. Pero mas allá, consideró Lynn Tramonte, subdirectora de la organización promigrantes America's Voice, es "una seria afrenta a nuestros amores". Y eso es lo preocupante. Si de acuerdo con The New Yorker, una de las razones del perdón es porque Trump admira y envidia a Arpaio, que "representa en miniatura lo que el presidente quisiera ser en grande: un exitoso autoritarista estadounidense". Desde su campaña presidencial Trump fue acusado de tener tendencias autoritarias y atender a las posturas de extrema derecha. De hecho, llegó al poder como disruptor, llevado por un sector conservador y aun ultraderechista, que aún gira alrededor de él. Pero ahora, probablemente sea el creador de mas disrupción de lo que esperaban sus partidarios. No por nada lo llaman "el presidente del caos". El perdón para Arpaio es una nueva señal del desdén de Trump por el juego de procedimientos, de límites y balances que hasta ahora sirvieron bien a Estados Unidos. Hasta donde llegue será responsabilidad sobre todo del aparato político de su propio partido.
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