Bando 2: 'diktat” imperial

Por: Ricardo Pascoe Pierce La historia del Bando 2 es acerca de cómo Andrés Manuel López Obrador gobernó a la Ciudad de México cuando fue su jefe de Gobierno, y es la muestra fehaciente de cómo gobernaría al país si lograra ser el Presidente. Por ésta razón, es lectura obligada entender este pasaje terrible de la historia de la ciudad y las consecuencias que ha tenido, años después y hasta la actualidad. La emisión de Bandos por parte de la autoridad capitalina es una práctica que empezó en la colonia, emitidos por el rey de España, y se dejó de lado en la era posterior a la revolución mexicana. Hasta esa fecha, los bandos ordenaba las conductas públicas de las personas, indicaban cómo debiera conducirse la policía, cuáles eran las festividades cívicas y religiosas que debían respetarse, entre otros asuntos . A partir de la Constitución de 1917 la ciudad se gobernaba como una dependencia del gobierno federal, e, incluso, aun siendo un municipio, se sujetaba a los dictados del Congreso nacional. Hasta 2000 no se volvió a usar este instrumento, como lo que es: un “diktat” imperial. López Obrador reinauguró el uso del Bando como instrumento impositivo, ilegal y autoritario de gobierno, en este caso el 2, a escasos 2 días de haber asumido el gobierno de la ciudad. Al emitir ese instrumento con carácter obligatorio, violó varias leyes vigentes de la ciudad, ignoró un debate que existía en el seno del gobierno capitalino sobre el modelo urbano conveniente e inauguró una fiebre especulativa con el suelo capitalino que persiste hasta el día de hoy, en desorden y carente de sustentabilidad. Violó ilegalmente los programas delegaciones que habían sido aprobados por el órgano legislativo de la ciudad. Ignoró a la opinión de la sociedad en las delegaciones Cuauhtémoc, Venustiano Carranza, Benito Juárez y Miguel Hidalgo al permitir cambios drásticos en los usos de suelo sin que mediara consulta ciudadana alguna. Dijo que era para construir vivienda de interés social, pero en los 17 años desde entonces solo el 5% de las viviendas construidas en la ciudad han sido de interés social. El resto de la vivienda, amparada en el Bando 2, y luego la Norma 26, es de interés medio y alto, que es dónde está el negocio inmobiliario. El cambio de usos de suelo, incrementando alturas y permitiendo construcciones que no contemplaban las mitigaciones que harían sustentables sus hábitats, ignoró las opiniones de expertos dentro del gobierno que alertaban contra la fiebre inmobiliaria irracional, sin planificación previa ni una visión sobre su sustentabilidad en el largo plazo. La emisión del Bando 2 fue, por tanto, un acto de autoritarismo gubernamental, bajo la premisa de que el gobernante sabe más que el resto de la población, aunque obre en beneficio político propio. Ese acto le permitió negociar con los grandes intereses económicos de los desarrolladores más ricos de país, permitiéndoles fabulosas ganancias a costa de un crecimiento urbano desordenado, recibiendo como pago el apoyo para sus futuras campañas políticas. Dinero por poder. El método de gobierno que empleó el jefe de Gobierno López Obrador, por tanto, fue el de facilitar y permitir la fiebre inmobiliaria desordenada junto con un gasto social enorme para contentar a la población más vulnerable y agredir a las clases medias con más gasto público financiado vía el predial incrementado y un notable deterioro en la calidad de vida de la ciudadanía capitalina. Unos dirían que fue autoritarismo ilustrado, utilizando el presupuesto público para aplacar a unos y aplastar a otros, mientras otra interpretación diría que fue desprecio por la ciudad y desinterés por atender sus problemas de largo plazo, pensando sólo en su futuro político y en la siguiente campaña electoral. Hoy los instrumentos de “flexibilización urbana” que existen legalmente, como la transferencia de potencialidades y los sistemas de actuación por cooperación, junto con la congelada, pero siempre presente Norma 26 y la amenaza de las Normas 30, 31 y un nuevo Programa General de Desarrollo Urbano para la Ciudad de México, tienen, todos ellos, su origen en el Bando 2. Ese Bando que inauguró la etapa del desarrollo urbano desordenado y sin planificación, orientado a ignorar las normas legales aprobadas por órganos legislativos legalmente constituidos, y hacer de la ciudad un botín de intereses políticos ajenos a la gran mayoría de los ciudadanos que habitan la capital. Sus antiguos colaboradores, que hoy se perfilan como posibles gobernantes a partir del 2018, publicitándose como un nuevo estilo de gobierno cuando de nuevo no tienen nada, en realidad fueron todos cómplices activos y encubridores de ese método autoritario e irreflexivo de gobernar. Es un factor que debiera llenar de horror a la sociedad capitalina. Después del ejemplo del mayor de ellos, vienen sus discípulos a gobernar, imponiéndose de igual manera, habiendo aprendido a esquilmar con ideología. Gobernaran con el mismo modelo autoritario, mezclado con pizcas de ideología populista pero tan redituable como lo fue el gobierno que dio origen político y económico a todos ellos.