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El Plan B de Videgaray que no existe

OPINIÓN

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No un día sí y otro no, sino siendo brutalmente consistente con su retórica, esa misma que –dentro de pocos días se cumplirá un año– lo condujo a asegurar en un mitin en Arizona que México pagaría por el muro que pretende construir en la frontera, esta semana Donald Trump dejó entrever que las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América de Norte (TLCAN) que iniciaron en Washington la semana pasada, servirán para maldita la cosa porque lo más probable es que Estados Unidos termine abandonando el acuerdo comercial. Dadas las circunstancias, sería pertinente empezar a tomar en serio al actual inquilino de la Casa Blanca y actuar en consecuencia. La experiencia, sin embargo, nos dice que el gobierno de México no ha hallado la forma de negociar con Trump, y eso que en los hechos ha sido bastante obsequioso con él. Recibirlo en la casa presidencial de México, cuando sólo era candidato del Partido Republicano, a punta de trato de Jefe de Estado tan sólo porque Luis Videgaray tenía un vínculo con Jared Kushner, yerno de Trump, y tuvo la peregrina idea de invitarlo a México, se vio muy pronto fue una mala estrategia. Y también lo es hacer oídos sordos ante su reciente amenaza velada o simplemente fingir que no está pasando nada o restar importancia a sus dichos. Ya Estados Unidos se retiró del Acuerdo Transpacífico, ya lo hizo del Acuerdo de París. ¿Por qué no habría hacerlo del TLCAN? Deshacer el acuerdo, ya se sabe, no es bueno para ninguno de los tres países, pero parece que el único que no se ha enterado de eso es Donald Trump. En estas páginas, hace unos días Carla Hills, quien fue la principal negociadora estadounidense del TLCAN, enunció una verdad de Perogrullo, pero verdad al fin: de disolverse el tratado, los tres países entrarían en recesión. México y Canadá, por supuesto, tienen mucho que perder, pero también Estados Unidos. Un botón de muestra, y sólo es uno, es Dakota del Norte, cuyas exportaciones a la zona TLCAN suman más de 87%. Es decir, si Trump finiquita el acuerdo, estaría condenando a ese estado a la quiebra. Paradójicamente, el segundo estado de la Unión Americana cuyas exportaciones dependen de la existencia del acuerdo es Arizona, el sitio escogido por Trump para lanzar sus misiles retóricos. Lo mejor sería, por supuesto, que el tratado se mantuviese, pero cada vez es más latente la posibilidad de que una mañana posterior a una noche en que no tuvo sexo, Trump despierte, coja su smartphone y publique un tuit con la leyenda: “Nos retiramos del TLCAN, nos han hecho mucho daño, ahora les toca pagar”. Por todas las que han pasado, el canciller Luis Videgaray debería dejar atrás sus excesos de optimismo y cautela, que hasta el momento no han servido para nada, y empezar a mostrar algo parecido a la voluntad, a la firmeza, a la dignidad. O, al menos, algo similar a un Plan B que hasta hoy no parece existir.   Columna anterior: La rebelión de los CEO's