Nunca ha dejado de rezar Ricardo Monreal al Santo Niño de Atocha, menos en momentos que determinan su vida personal o profesional. “Te pido me ilumines en esta nueva encomienda”, imploró aquel lunes invernal de 2011 postrado en la Iglesia de Plateros, Zacatecas, santuario del Santo Niño, después de que López Obrador lo nombró coordinador de su campaña presidencial.
Aquél momento, Monreal lo ha repetido orgulloso a sus amigos y colaboradores cercanos. En su despacho de Cuauhtémoc tiene una réplica del Niño Dios al que en estos días, de acuerdo a su costumbre, no debieron haberle faltado plegarias de protección y ayuda: Monreal se juega su pase a la jefatura de gobierno de la CDMX, puesto que desde el 2000 ha metido a la lista de presidenciales a sus titulares.
En estas horas también se juega su relación con Andrés Manuel, el líder político que en el 98 le abrió las puertas del PRD cuando el presidente Ernesto Zedillo impuso como candidato al gobierno de Zacatecas a José Marco Antonio Olvera, quien carecía de las simpatías electorales. El tabasqueño, siendo presidente nacional del partido del sol, no se equivocó con Monreal porque éste desarrolló el animal político que siempre trajo dentro.
Llevan 19 años juntos con triunfos y derrotas. Trabajo no le ha faltado a Monreal. Diputado, senador y otra vez diputado aún cuando los dos también renunciaron juntos al PRD. Un acuerdo con Dante Delgado, líder de Movimiento Ciudadano, le permitió sobrevivir al exgobernador de Zacatecas como coordinador de la bancada en el Palacio Legislativo de San Lázaro.
En ese trienio, Monreal mantuvo vivo a Andrés Manuel desde la máxima tribuna del Congreso. Morena en tanto conseguía su registro como partido. Al término de la Legislatura pasada, asesores políticos de Monreal le sugirieron que asegurara una diputación en la ALDF por la vía plurinominal para coordinar la bancada, una posición que bajo su dominio y astucia lo catapultaría sin problema alguno hacia la gubernatura por la ciudad para 2018.
Pero Andrés Manuel le cambió los planes al exdiputado al pedirle que aceptara la candidatura por la delegación Cuauhtémoc, aun cuando derrotar a René Bejarano y a su grupo político parecía casi imposible. Los asesores de Monreal le dijeron que estaba loco por haber aceptado. En estos dos años de gobierno, el delegado de Cuauhtémoc se acercó al jefe de gobierno Miguel Ángel Mancera y eso disgustó al candidato presidencial.
Ricardo Monreal, se dice en Morena, no es el favorito de López Obrador para la candidatura al gobierno de la capital sino Claudia Sheinbaum. El nombre con base en una encuesta cuyo método nadie conoce se sabrá en las siguientes horas. ¿A dónde llevarán a Monreal sus plegarias al Santo Niño de Atocha? ¿Aceptaría ser presidente de Morena como consolación? ¿Llegó la hora de romper con Andrés y candidatearse por otro partido? Eso, en breve se sabrá.
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