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Ana Lilia Herrera: Un reto social a vencer

OPINIÓN

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En política, las mujeres mexicanas hemos alcanzado la paridad en candidaturas a cargos de elección popular, pero esa representación debe traducirse en presupuestos y acciones efectivas para aquellas que carecen de los derechos más básicos, como elegir cuándo y cuántos hijos tener. Cerrar los ojos nunca ha sido una opción para acabar con los problemas y eso sucedió con la política de población durante los últimos años. Por eso hoy merecen un reconocimiento las campañas que el gobierno federal dirige a la juventud, para formarlos en una de las decisiones más importantes de su vida: procrear. Se trata de educación para decidir con libertad y responsabilidad, porque 98.7 por ciento de mujeres en edad fértil conocen al menos un método anticonceptivo. Sin embargo, la decisión, el dinero o el cómo y por qué usarlo no siempre están a su alcance. La Encuesta Intercensal 2015 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) nos permite saber que la tasa de fecundidad bajó de 7 a 2.2 hijos por mujer entre 1960 y 2014; pero existen 48.7 millones de mujeres de 12 y más años de las cuales 67.3 por ciento ha tenido al menos un hijo nacido vivo. De acuerdo con la edad de la mujer, sobresale que 7.8 por ciento de las adolescentes de 12 a 19 años ya han procreado. En su estudio Las Mujeres en México, basado en cifras del INEGI, México Social advierte que entre 2011 y 2013, la tasa de fecundidad entre las mujeres sin escolaridad fue de 3.3 hijos por cada mil mujeres, en tanto aquellas con estudios de nivel medio superior y superior solo tuvieron 1.79 hijos.
Y en ese mismo periodo, la tasa global de fecundidad de las mujeres económicamente activas fue de 1.76 hijos por cada mil mujeres, mientras que aquellas no incorporadas al mercado laboral tienen 2.75 hijos. México ha asumido el compromiso de erradicar el embarazo en niñas de 14 años de edad y menores para el año 2030. Se trata de un asunto de interés público, que nos exige a todos poner el acento en la prevención para impedir que la baja escolaridad femenina y la falta de una adecuada planeación de la primera relación sexual, sean causas de esos embarazos que, en la mayoría de los casos, agravan las condiciones de inequidad en un contexto de pobreza y falta de oportunidades. ONU Mujeres ha señalado que invertir en la educación de las niñas es una acción afirmativa, correcta e inteligente, con repercusiones en todas las esferas de su desarrollo personal, pero también entre la sociedad. El organismo confirma que la educación es esencial para que las mujeres alcancen la igualdad y se conviertan en agentes de cambio por su contribución a las economías prósperas, al mejoramiento de la salud, la nutrición y la educación de sus familias.
*Senadora por el Estado de México