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Plata o plomo, ley de la cárcel

OPINIÓN

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Fue asesinado el director de los penales de TamaulipasFelipe Téllez Ramírez, y las primeras líneas de investigación apuntan a una represalia por el programa de rotación de custodios en las cárceles del estado. Los hechos ocurrieron el lunes por la tarde cuando el funcionario salía de comer de un restaurante de Ciudad Victoria acompañado de dos escoltas que resultaron heridos y permanecen hospitalizados. Francisco García Cabeza de Vaca, gobernador de la entidad, condenó los hechos y advirtió que su administración “no dará ni un paso atrás en la lucha por imponer orden en los centros penitenciarios del estado”. El mandatario panista no proporcionó mayores detalles sobre las investigaciones ni las hipótesis, pero la ejecución ocurrió a un mes de que 180 custodios del estado, de un total de 600, promovieron un amparo para evitar ser trasladados a otras cárceles. La encomienda que asignaron a Felipe Téllez era romper el control y dominio que tienen grupos del crimen organizado sobre extorsiones y el tráfico de armas, drogas y alcohol al interior de los penales. No lo consiguió, como tampoco lo han hecho autoridades de otros estados y el gobierno federal. La ley en los penales de todo el país es letra muerta. Están sobrepoblados y conformados por autogobiernos. No ha existido autoridad capaz de romper con esa inercia. Y cuando lo intentan, el personal penitenciario sólo tiene dos opciones: plata o plomo. Triste realidad Paradójicamente, el asesinato de Felipe Téllez ocurrió justo el día en el que se dieron a conocer los Resultados de la Primera Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad que, una vez más, refleja la triste realidad de los penales. El ejercicio, realizado por el INEGI en 338 Centros Penitenciarios de los ámbitos federal, estatal y municipal en las 32 entidades federativas, reafirma que la corrupción sigue siendo un modus vivendi, una enfermedad que no ha logrado erradicarse. Para muestra un ejemplo: 87.4% del total de pagos ilegales para obtener un servicio, bien, beneficio o permiso al interior de los centros penitenciarios fueron entregados a los custodios. Por lo que hace a otros de los males que aquejan a las prisiones, el estudio habla de la sobrepoblación y señala que el 45.6% de los reos compartieron su celda con más de cinco personas. Y para rematar, casi una cuarta parte de la gente que está en prisión (24.3%) recibió amenazas o presiones para declararse culpable. Es decir, no se tiene la certeza de que todos los reos hayan cometido un delito. Ese es el panorama de las cárceles en México y mientras sigan permitiéndose autogobiernos, sobrepoblación y bases de operación de los varones del narcotráfico, no dejarán de ser otra cosa que las verdaderas universidades del crimen. *** Y como dice el filósofo… Nomeacuerdo: “Abrid más escuelas y se cerrarán cárceles.” Columna anterior: Huracán político- social en el Caribe mexicano