México es una de las 20 economías más fuertes del mundo. Cierto. Es un país con estabilidad política, con leyes e instituciones, a pesar de la violencia, la corrupción que se antoja imparable, el crecimiento exponencial del crimen organizado.
Aunque desde México todo esto luce como lo terrible que es, globalmente no se considera un país ingobernable, sino uno donde se pueden hacer negocios, siguiendo ciertas reglas, que incluyen medidas de seguridad y pagos de sobornos.
Con estas cartas llegan los políticos mexicanos a renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. México anunció este lunes quiénes serán sus principales funcionarios encargados de la renegociación. Hasta ahora, al menos en el debate público, el país está dejando de lado un asunto esencial: los pobres.
“La entrada en vigor del TLCAN hace más de dos décadas fue la plataforma para convertir a la economía de México en la decimosexta potencia exportadora del mundo, pero no ayudó a abatir la pobreza que se vive actualmente en el país”.
La cita que antecede no proviene del informe de una asociación civil, sino de una institución del gobierno mexicano. Es la introducción de un informe de la Comisión para el Diálogo con los Pueblos Indígenas de México, perteneciente a la Secretaría de Gobernación, al que tuvo acceso El Heraldo de México.
La Comisión concluye, usando datos públicos y oficiales: “Los grandes corporativos han usado el trabajo para integrar sus cadenas productivas, pero las pequeñas y medianas empresas continúan en desventaja”.
Las causas incluyen que las pequeñas empresas no tienen capacidad para desplazar sus productos, invertir en grandes proyectos o integrar sus redes de producción y distribución, porque no cuentan con la capacidad financiera ni las redes productivas integradas.
Pocos productos, como el jitomate, el aguacate, la cerveza o el tequila, han ganado en esta ecuación. El arroz y el café valen menos ahora que en 1994. México importa hoy tres veces más maíz, trigo, frijol y arroz que en 1995. La paradoja es que exporta también tres veces más de esos granos, de lo que lo hacía cuando se implementó el Tratado.
Pero esta no es la mayor disparidad. En los últimos años Estados Unidos genera en promedio tres veces más cantidad de empleos formales que México, con un sueldo 14 veces mayor. Un informe de este año de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, lo confirmó.
Los mexicanos trabajan más horas y ganan menos. Para las mujeres, la brecha de género de más trabajo y menos dinero es de las peores de la OCDE. Solo tienen una situación más difícil en Turquía y Corea del Sur.
El Informe de Gobernación deriva de estos datos una consecuencia visible, que es el enorme desplazamiento de campesinos hacia el norte. La pregunta es si los renegociadores del TLCAN consideran estas cifras, y qué prioridad tendrán cuando pongan sus cartas en la mesa.
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