Alcohol a menores: embriagante decisión

Con base en la impoluta retórica de Layín, el célebre alcalde sanblaseño, podríamos decir que en el Estado de México la venta de alcohol a menores de edad sí se sanciona... pero nomás poquiiito. La despenalización de la venta de alcohol a menores de edad –disfrazada de apoyo al sector restaurantero para abatir las extorsiones de las que pueden ser víctimas–, para transformarla en una falta administrativa –como si alguien bebiera en vía pública– es un retroceso inenarrable en la lucha por la salud pública de la niñez y los adolescentes. Extraña el silencio del secretario de Salud mexiquense, César Nomar Gómez Monge, quien en marzo de 2014 preparaba muy animoso una campaña para erradicar las adicciones –la cual no cuajó– y hoy ha callado ante el asalto a los medios de prevención más efectivos: los legales, porque eso de la autoconsciencia aquí nomás no funciona. Nadie sabe en qué están pensando los diputados locales y el Gobierno estatal al aprobar la despenalización de la venta de alcohol a menores. Según la última Encuesta sobre Consumo de Alcohol, Tabaco y Drogas en Estudiantes, en el Estado de México el 71 por ciento de los adolescentes ha consumido alcohol alguna vez en su vida. Entre los menores de edad que beben, el 61 por ciento tiene 14 años o menos. Nadie sabe si en el Estado de México desconocen (probablemente sí) que el consumo en edad temprana es un factor que incrementa exponencialmente las posibilidades de desarrollar adicciones no sólo a bebidas embriagantes, sino a drogas de todo tipo. Un dato de una investigación de la Secretaría de Salud de la CDMX debe resaltarse fuertemente para entender la gravedad de las cifras anteriores: el 40% de las personas que bebieron alcohol por primera vez entre los 12 y 15 años de edad derivaron en adicciones de drogas duras, y la mitad de los estudiantes de secundaria entrevistados para otra encuesta admitió que beben en promedio tres veces a la semana. Imagínense, diputados, funcionarios, restauranteros y antreros del Edomex, lo que significa en ese contexto el relajamiento de las sanciones para quien les venda alcohol. La sinergia entre autoridades y empresarios promotores del alcohol está a años luz de lo que hacen en la Ciudad de México, donde la ALDF ya discute el andamiaje técnico para apoyar, desde las leyes, medidas para inhibir el consumo excesivo y desincentivar el uso del automóvil para ir a bares. La campaña, la impulsan grupos como la Asociación Cerveceros de México, que dirige Paz Austin, quienes han encontrado eco en la asambleísta Margarita Martínez Fisher. Ojalá fuera ejemplo para el Edomex.   CLAVES XVIII Se me acabó el espacio, pero no la memoria. ¿Qué tal durmió, señor Fiscal?   Columna anterior: Del Mazo arranca en tercera