Por Eduardo Calderón
Jefe de la oficina del Secretario de Desarrollo Social
Ayer se conmemoro? el 25 aniversario de la Secretari?a de Desarrollo Social en un evento caracterizado por un tono reflexivo sobre los avances y desafi?os de la poli?tica social, asi? como por la confluencia de mu?ltiples voces gubernamentales y de la sociedad, que han contribuido desde su a?mbito de accio?n en la construccio?n de esta poli?tica. Es un hecho que la pobreza sigue siendo uno de los principales retos en la agenda nacional. Sin embargo, hay elementos que nos permiten ser optimistas respecto al rumbo que ha seguido nuestra forma de entender y, en consecuencia, de resolver este desafi?o. Transformamos la visio?n asistencialista por una de derechos sociales, que reconoce el deber del Estado de garantizar a su poblacio?n las condiciones adecuadas para que cada persona pueda desarrollarse con autonomi?a, igualdad y libertad. Este entendimiento nos ha llevado a concebir a la pobreza como un feno?meno que no so?lo depende del ingreso, sino tambie?n de otros factores que inciden en la calidad de vida. Como resultado, nuestro pai?s opto? por medir la pobreza de manera multidimensional con un enfoque de derechos sociales: alimentacio?n, educacio?n, salud, seguridad social, vivienda de calidad y vivienda con servicios ba?sicos. Al hacerlo, resulto? au?n ma?s evidente que combatirla no es tarea de una sola institucio?n. Sin embargo, hasta hace poco, cada dependencia defini?a objetivos acotados a su sector. Con ello, se lograron avances importantes, pero no se opero? bajo una estrategia realmente integral. Haci?a falta fortalecer la coordinacio?n.
En este sentido, una noticia alentadora es la puesta en marcha, a partir de 2016, de la Estrategia Nacional de Inclusio?n (ENI) que genera espacios de cooperacio?n y trabajo conjunto entre los distintos o?rdenes de gobierno, y tambie?n con el sector empresarial, las organizaciones de la sociedad civil y la academia.
Los resultados que persigue la ENI van ma?s alla? de la reduccio?n de los indicadores de carencia, tambie?n busca que cada persona acceda a la combinacio?n de apoyos o servicios que le permitan dejar atra?s la pobreza y la exclusio?n. Por eso, la ENI apuesta por la generacio?n, intercambio, y sistematizacio?n de la informacio?n socio-econo?mica para tomar decisiones eficientes y transparentes.
Vamos por buen camino, pero para que lo hasta ahora aprendido nos sirva para acelerar la reduccio?n de las brechas de desigualdad, au?n tenemos que trabajar en el uso de la informacio?n para planear, evaluar y rendir cuentas. Asimismo, necesitamos esquemas innovadores de financiamiento; au?n estamos lejos de los para?metros de los pai?ses de la OCDE, cuyo gasto social representa en promedio 21% de su PIB, en contraste con 11% en Me?xico.
Finalmente, una poli?tica social que se jacte de ser incluyente, debe reconocer y empoderar a aquellos grupos que histo?ricamente han quedado relegados del desarrollo. De no incorporar esta visio?n, los logros alcanzados no sera?n sostenibles y los resultados futuros sera?n limitados.
Vale la pena detenernos a reflexionar, so?lo asi? es posible hacer una evaluacio?n objetiva, sin caer en triunfalismo, pero tampoco en el pesimismo, pues ambos nos llevan al mismo destino, la inaccio?n, que es lo que menos necesita nuestro pai?s.