John y Ginny McGowan iban con la intención de cenar, pero no pasaron del lobby del Iberostar Paraíso del Mar en Playa del Carmen, Quintana Roo. Habían quedado de verse con sus hijos, Abbey de 20 años y Austin de 23 años, en el vestíbulo del hotel a las 7 de la tarde para elegir restaurante. Después de 20 minutos de espera y otro tanto por llamadas fallidas a los teléfonos celulares de los muchachos, acuden con la recepcionista, ella fue la encargada de transmitir la trágica noticia.
Encontraron a los dos jóvenes de Pewaukee Wisconsin, inconscientes y boca abajo en la piscina. Los médicos en Estados Unidos dictaminaron que Abbey sufrió una fractura de clavícula y llegó con muerte cerebral antes de fallecer en un hospital de Florida días después. El hermano mayor sobrevivió, recuerda muy poco de lo sucedido, tiene vagos pasajes de él y su hermana brindando con unos desconocidos y luego todo se nubla hasta que despierta en el hospital.
El diario Journal Sentinel ha seguido el caso –desde enero pasado cuando sucedieron los hechos- y a partir de un recuento de historias similares recibidas en su redacción, apunta que los Iberostar de Cancún y Playa del Carmen son los más señalados por otros turistas con anécdotas idénticas. Que los estudios toxicológicos practicados a Abbey, indican que el nivel de alcohol en la sangre fue de 0.25 aproximadamente (con dos shots de tequila da este resultado, lo que haría suponer que no tomó en exceso). Esta fue la pauta para que el gobierno de los Estados Unidos emitiera una recomendación a sus connacionales que viajan a México, por la venta de alcohol adulterado.
A nuestro país se le está señalando por un tema que no ha sido seriamente investigado, tanto por las autoridades de Quintana Roo como las del vecino país del norte. Se deben ajustar los parámetros de juicio, deslindar responsabilidades y no afectar en su totalidad al polo turístico más importante de México ¿Por qué Iberostar no aclara la situación? Ya Cofepris sancionó otros tres hoteles de su firma por incumplimiento de condiciones sanitarias y aseguraron en sus instalaciones bebidas alcohólicas caducas y faltas de etiquetado. ¿Qué se necesita para actuar con todo el peso de la ley?
El secretario de turismo Enrique de la Madrid ya hizo su tarea y fue a Playa del Carmen a firmar un convenio con Cofepris para impedir la venta de alcohol irregular en establecimientos comerciales. Sería fantástico juntar a otros secretarios y pasarle este dato: Las bebidas adulteradas representan un 5.5% del total del mercado ilícito en nuestro país. El verdadero problema es el mercado informal de bebidas que representa una pérdida fiscal de $6,001.3 millones de pesos de IEPS que se dejan de recaudar.
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