Al espectro de una guerra con armas atómicas resurgió con el retórico intercambio de amenazas y palabras grandilocuentes entre Corea del Norte y Estados Unidos, en la primera gran crisis de política exterior para el presidente Donald Trump.
Para México y Canadá se trata también de un mal recordatorio sobre los otros problemas de la vecindad con Estados Unidos, aunque por su historia y su vieja alianza militar los canadienses se encuentran más "a tono" con Washington.
En los últimos días, una serie de afirmaciones del gobierno norcoreano y filtraciones de los servicios de inteligencia estadounidenses incrementaron gradualmente la impresión sobre la peligrosidad del régimen de Pyongyang, pero las respuestas del presidente Trump no contribuyeron ciertamente a calmar las preocupaciones.
Las revelaciones a principios de julio sobre el alcance de los proyectiles norcoreanos y luego sobre su capacidad de alcanzar territorio estadounidense, incluso a ciudades como Chicago, Denver o Los Ángeles, provocaron preocupación.
El fin de semana el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas votó por sanciones económicas contra el gobierno del presidente Kim Jong-Un, equivalentes a mil millones de dólares o sea 33% de su comercio internacional conocido. Rusia y China, que tradicionalmente apoyan a Pyongyang, estuvieron de acuerdo.
Pero el martes, The Washington Post reportó que según la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA), los norcoreanos habían logrado ya reducir el tamaño de sus bombas nucleares para introducirlas en sus misiles.
La primera reacción de Trump fue de responder amenaza con amenaza y prometió "fuego y furia sin paralelo". El lenguaje de dureza continuó el miércoles, primero con Trump y luego, quizá mas significativamente, cuando su secretario de Defensa, el general Jim Mattison, advirtió sobre la posibilidad de destrucción de la nación norcoreana.
Pero, de acuerdo con Richard Haas, presidente del Consejo de Relaciones Exteriores de Nueva York, las reacciones de Trump pueden ser contraproducentes, ya que provocan dudas en el país y en el mundo sobre su manejo de la situación, "cuando toda la atención y la crítica debería ser puesto en Pyongyang".
La revelación de las nuevas capacidades norcoreanas dio nueva profundidad a sus amenazas de atacar zonas habitadas de Estados Unidos y de paso introdujo un nuevo elemento de nerviosismo para los vecinos de ese país:
En el caso de México, hay por los menos diez millones de mexicanos o personas de origen mexicano en las zonas de la costa oeste o del centro-norte de Estados Unidos que podrían alcanzar los proyectiles nucleares norcoreanos.
En el caso de Canada y México, hay ciudades como Vancouver y Tijuana que podrían verse expuestas, sin contar que los efectos negativos de explosiones nucleares no se detienen en la línea fronteriza.
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