¿Alguien cree que no hablar de algo –acaso ocultarlo– hace que ese algo no exista? Se los pregunto porque todos tendremos en la memoria al período gobernado por Felipe Calderón como uno de los más sangrientos de la historia del país. Los medios de comunicación hicieron un festín de las malas noticias entonces. Sin embargo, resulta que las cifras dicen que el actual sexenio es mucho más violento, pero pocos hablan de eso. ¿Por qué?
No sólo se trata de medir los homicidios dolosos, aunque cifras de diferentes fuentes aseguran que en lo que va del sexenio de Enrique Peña Nieto llevamos 75 mil, contra los 63 mil de Calderón.
También hay otros delitos de alto impacto que se incrementaron respecto del año pasado. Y mucho. Por ejemplo el robo a negocios, 40% arriba; homicidios, 31 %; secuestros, 14 %; extorsión, 26 %. Todas, cifras del Semáforo Delictivo. Sin mencionar que datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública afirman que tuvimos el comienzo de año más violento en materia de homicidios, desde 2011.
No soy experto en seguridad, pero sé leer los números. Y esos números hablan de un México violento. A mí no me importa –y supongo que a ustedes tampoco– discutir con Donald Trump sobre qué puesto ocupamos en el ranking mundial de los países más inseguros. Eso es pura pirotécnica verbal. Lo que sí me importa –y seriamente– es compararnos con nosotros mismos. Las cifras dicen que estamos peor.
Aunque mucho tiene que ver el crimen organizado en todo esto, hay un factor clave para que los delitos se disparen y está ligando, indiscutiblemente, a la falta de procuración de justicia y al castigo inexistente. El Índice de Impunidad Global de México arroja un apunte escandaloso: 99% de los delitos en México no se castigan. El resultado se desprende de otro dato igual de lamentable: que 7 de cada 10 delitos no se denuncian. No se denuncian porque no se castigan. Así, en círculo vicioso, hasta perdernos en este hoyo en el que estamos enterrados. El historial de impunidad en México es tan lamentable como extenso. Y eso sí que no es un mal particular de este sexenio, aunque hay una pequeña variación a la alza según lo documenta el INEGI. Es verdad que estamos viviendo la degradación lógica de un país con las instituciones corrompidas y del crecimiento poblacional. Es verdad también que quienes nos gobiernan no han sabido cambiar el rumbo de las cosas. Así de sencillo.
OJO CON ESTO:
Dirán que no se trata de cárteles de la droga operando en la Ciudad de México. Dirán que son sólo narcomenudistas. Dirán misa, pero lo cierto es que hay líneas de investigación para establecer lazos entre los funcionarios de Tláhuac y el crimen organizado. Y mientras tanto, Martí Batres –jefe de MORENA en la capital– asegura que todo es una “campañita” en contra de su partido.
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