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Memorias de José Sulaimán

OPINIÓN

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Por: Mauricio Sulaimán/ Presidente del CMB Los libros de historia del boxeo dicen que la tarde del 4 de julio de 1919 fue una de las más calurosas de que se tenga memoria en Toledo, Ohio, y Jack Dempsey conquistó el campeonato mundial de peso completo, masacrando a su compatriota Jess Willard, un gigante que pasaba los dos metros de estatura. Hace unos cuantos días se cumplieron 98 años de haberse consumado aquella hazaña en el Bay View Park Arena, lugar que sirvió como escenario al encuentro promovido por Tex Rickard, gran promotor de boxeo, fácilmente comparable con empresarios actuales como Bob Arum o Don King. Dempsey, el consentido de los aficionados al boxeo en Estados Unidos durante la década de 1920, fue el primer pugilista que logró llevar más de un millón de dólares a las taquillas, ¡cuando no había televisión! Los anales del boxeo registran un millón 700 mil dólares de taquilla para aquella pelea, que también pasó a la historia como el primer combate que fue transmitido por radio. Dempsey es considerado como uno de los primeros ídolos del ring y yo aún recuerdo que hasta mi abuelito, Don Elías, hablaba acerca de él... Quizá la cifra mencionada impresiona a pocos en la actualidad, pero hablando de 1920 el millón 700 mil dólares recaudado en taquilla representa una gran fortuna para aquellos tiempos, equivalente a muchos millones en 2017. El verdadero nombre de Dempsey era William Harrison, y fue apodado durante su carrera como El Asesino de Manassa, ya que nació en Manassa, Colorado. Sus peleas movilizaron cientos de miles de aficionados, también protagonizó la primera “Batalla del Siglo” contra el argentino Luis Ángel Firpo y, por supuesto, no podemos aquí excluir los dos combates que sostuvo con Gene Tunney, el boxeador de quien se aseguraba que podía repetir de memoria varias de las principales obras de Shakespeare. Anécdota de hoy: En 1980, durante la Convención anual celebrada en el Hotel Intercontinental Hilton de la capital mexicana, el entonces campeón mundial de peso completo, Larry Holmes, se encontró con un archirrival, Gerry Cooney… Se hicieron de palabras y se dio el rarísimo caso de que un campeón acostumbrado a cobrar millones de dólares por sus actividades, lanzó gratuitamente una derecha a Cooney. Éste contestó con un gancho izquierdo que pasó rozando a mi papá y Don José de inmediato actuó como réferi, deteniendo las acciones. Aunque siempre me comentó que sí recibió un par de golpes en la trifulca, pero por pena no lo hizo notar.