Uno de los desafíos más complejos al evaluar a un gobernante es razonar sobre su forma de ver y entender al país y sus problemas. Cuando empecé a escribir en los noventa escuchaba a los políticos y los periodistas pronunciar con admiración la palabra estadista. “Tiene una visión de Estado”, celebraban.
Hoy este concepto está virtualmente desaparecido del lenguaje y de la praxis política. ¿Cuántos estadistas quedan vivos? Muñoz Ledo y Manuel Bartlett, si acaso. Ya no existe como décadas atrás una visión de Estado, o ésta ha sido modificada de manera radical por el pensamiento y la conducta de los gobernantes.
El presidente Peña tiene una forma particular de entender al país. La idea generalizada de que carece de sentido político, es equivocada. Peña lo interpreta desde una perspectiva notablemente más personal, desde una posición menos de estadista y más cercana a sus lealtades.
Esta lógica de poder, a menos de que ocurra algo extraordinario, determinará la candidatura del PRI. Por eso, más que por el enorme desgaste político acumulado, es muy difícil que el Presidente se incline por el secretario de Gobernación, Miguel Osorio.
Algunos lo dan por muerto, pero en esa lógica de poder peñista el canciller Luis Videgaray está más vivo que nunca. Videgaray su amigo, su principal consejero, su álter ego.
Más que todo eso, Videgaray puede representar lo que más necesita hoy el Presidente: un hábil y probado operador electoral que salve al PRI de una derrota en 2018.
Se trata de una faceta con frecuencia inadvertida: Videgaray ganó a nivel local las elecciones federales de 2009, la elección de gobernador en 2011, la elección presidencial en 2012 y las de diputados y senadores de 2015 desde su posición de Secretario de Hacienda y primer consejero electoral de Peña.
En 2009 coordinó la campaña de los candidatos al Congreso; el PRI arrasó y la bancada del Estado de México fue la más numerosa. Como jefe de campaña Videgaray llevó a Eruviel Ávila a gobernar con tres millones de votos, y ganó Nezahualcóyotl, Tlalnepantla y Ecatepec, municipios clave que el partido perdió en la elección del 4 de junio. En el mismo puesto llevó a Peña y al PRI a recuperar la Presidencia.
Es un hombre astuto y un negociador graduado como presidente de la Comisión de Presupuesto en la Cámara de Diputados y secretario de Hacienda los primeros cuatro años del gobierno.
Videgaray puede llegar a ser candidato si de aquí al otoño Trump no hace ninguna locura que vuelva a poner de cabeza al dólar y al gobierno de Peña, aunque parece precipitado retirarlo de la Cancillería justo cuando la renegociación del TLC está en puerta.
Si no es candidato, Videgaray podría ser más útil para Peña y el PRI como un efectivo operador electoral y un indispensable operador político en la elección de 2018.
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Videgaray, el discreto y letal operador electoral
Si no es candidato, el canciller Luis Videgaray podría ser incluso más útil para Peña y el PRI como un efectivo operador electoral