Mucha tinta se ha gastado en las últimas fechas para hablar incesantemente de la gestión de Juan Carlos Osorio al frente de la Selección Mexicana de futbol. Parece no haber un punto medio entre quienes lo defienden a ultranza y la contraparte que a toda costa desea su despido inmediato. El puesto de técnico, particularmente al frente de un equipo que mueve tantos intereses y dinero, es siempre inestable y a la vez deseado por muchos. Sin embargo, es en ocasiones únicamente una pantalla que no permite ver las fallas estructurales y/o coyunturales que existen detrás. Así que, ¿por qué no desmenuzar el asunto?
Es mi responsabilidad confesar que no me gusta cómo juega la Selección. Gana, es verdad, pero eso no significa que me convenza; cuestión muy subjetiva que no debe sesgar el análisis, pero es importante aclararlo de antemano. Así que vamos por puntos. La Femexfut se ha dedicado a rotar más técnicos en las últimas décadas de lo que Osorio ha rotado jugadores en su proceso. No existe un modelo claro de trabajo ni una unificación de criterios entre divisiones inferiores, liga y selección, así que cualquier trabajo de cualquier técnico puede resultar bueno o malo, pero al final no tendrá un rumbo. Así también, fueron estos directivos quienes lo contrataron y la culpa no es del colombiano.
Los jugadores, que defienden a ultranza al técnico (cosa que me resulta entendible) son para muchos parte de una generación brillante de futbolistas mexicanos. Es verdad, pero eso no significa que el crecimiento vaya a la par de selecciones que hayan tenido un desarrollo sostenido. Tomemos como ejemplo a Alemania o a Chile.
La prensa se ha enfrascado en discusiones sin sentido y ahora hay, como siempre, quienes salen a decir que la labor del periodismo es subirse al barco y apoyar. No, la labor es analizar e informar, no ser porristas de la Selección o de cualquier equipo. Hay una diferencia abismal, sin embargo, entre eso y convertirnos en los verdugos que un día dicen una cosa y al siguiente otra con el vaivén de los marcadores. Osorio ha cumplido con las metas establecidas previo a su contratación, aunque el manoseo de alineaciones y falta de autocrítica resulten alarmantes en medio de una gestión recordada, hasta ahora, por derrotas dolorosas. Pero, ¿qué esperábamos? ¿Triunfos sin parar y copas bajo el brazo como Adele cargando Grammys?
La afición, impaciente y ansiosa, sigue respondiendo de maneras irrisorias ante la coyuntura y los resultados, cayendo en vergonzosas faltas de respeto. ¿Saben qué? Son el aparato más poderoso de todos los anteriormente citados; el día que eso quede de manifiesto en otras acciones, tal vez algo más cambie. Mientras tanto, seguiremos con el mareo eterno por la rotación del destino futbolístico de México, diciendo un día una cosa y al siguiente otra.
Miércoles 15 de Enero de 2025