Mexico tiene una red de radares que proporcionan vigilancia aérea en la frontera sur y cubren un 32% del espacio aéreo, y el actual gobierno propuso ampliar al 72% la cobertura del espacio aéreo en 2018, específicamente con cinco radares para la frontera norte, aunque no parece pueda lograrse para esa fecha. Además del costo monetario de comprar, instalar y mantener una red de radares, hay una relación directa entre cielos seguros e incremento de violencia en tierra, que debe ser analizada y para la que hay que prepararse.
La Secretaria de la Defensa Nacional opera cuatro radares tridimensionales en Chiapas, Oaxaca y Quintana Roo. Estos radares –de tecnología de punta- se enlazan a un centro de mando y control (CMC) para formar la base del Sistema Integral de Vigilancia Aérea (SIVA). El SIVA además cuenta con aviones –tripulados y no tripulados- equipados con distintos radares para vigilancia aérea, electrónica y marítima. Operados en conjunto, proveen una imagen en tiempo real de los cielos mexicanos (y de ser necesario guatemaltecos, beliceños, salvadoreños y hondureños).
Con esta imagen completa la Fuerza Aérea Mexicana emplea medios –modernos también- para interceptar las violaciones a su espacio aéreo Concebido originalmente en octubre de 1998 por un equipo interinstitucional en la Embajada de Mexico en Washington, el SIVA está en constante proceso de modernización y mejora. Entró en funciones en diciembre de 2004, a la par de la entrega de aeronaves (conocidas como “plataformas”) de origen brasileño, dotadas de radares suecos y estadounidenses que se sumaron a tres radares antiguos que medio operaban en la frontera desde 1989 -sólo funcionaban en modo secundario, es decir sólo podían ver blancos fáciles y con buen clima-.
A partir de 2007, Sedena publicó sus primeras estadísticas de operación: con el uso de las plataformas y los radares antiguos, en 2007 se detectaron 40 vuelos ilegales de los que 25% lograron aterrizar en México; para 2008 subió el número de detecciones a 65, sin embargo, sólo 7% penetró en Mexico, la mayoría de los vuelos (71%) aterrizaron en Guatemala y Honduras. Entre 2009-2011, la mayoría de los 110 vuelos ilegales anuales detectados bajaron en Honduras, y coincidentemente hubo un incremento sustancial de la violencia en Centroamérica.
Desde luego hay otros factores, pero es factible asumir que el bloqueo al espacio aéreo mexicano ocasionó que los vuelos del narcotráfico aterrizaran en Centroamérica y continuaran camino por tierra, desatando una lucha por control de sus rutas.
En 2007, Sedena comenzó un proyecto a largo plazo de modernización del SIVA, que incluye radares, aviones y helicópteros nuevos, así como infraestructura tecnológica y de comunicaciones. Estos medios comenzaron a ser entregados en 2011, en su mayoría a unidades en la frontera sur donde -por el continuo alto nivel de violencia- se puede asumir que continúan blindando los cielos mexicanos. Pero ya en 2007 se veía la necesidad de ampliar el enfoque a la frontera norte.
El documento de justificación de adquisición de radares de Sedena menciona: “En el largo plazo se considera conveniente contar con cobertura radar en la porción norte de nuestro país para efectuar la vigilancia y detección de tráficos ilícitos o aeronaves no identificadas, sin estar supeditados a la información que proporcione el gobierno de EU.”
La estadística del SIVA indica que con una de las plataformas se detectaron 187 vuelos ilegales en 2007, seguidos de un promedio de 250 anuales entre 2008 y 2010 en el noroeste del país (básicamente Sonora y Baja California). Para 2011 se detectaron 166, pero estas detecciones deben ser contrastadas con el número de horas de vuelo de la plataforma, pues no hay otro sensor militar mexicano en la frontera norte. La preocupación fue suficiente para desplazar un escuadrón de turbohélices y mantener una plataforma ahí. Pero eventualmente se necesitará un sistema permanente.
Debemos asumir también que la dinámica en el noroeste mexicano es distinta, que hay vuelos ilícitos que ingresan al país desde Centro y Sudamérica, vuelos domésticos que despegan del centro y norte del país y aterrizan unos 30 km antes de la frontera con EU, y vuelos que penetran hacia o desde EU.
El Plan (Nacional de Desarrollo) publicado al inicio de este sexenio era de comprar 5 radares tridimensionales, una plataforma, tres aviones no tripulados y tres aviones de inteligencia electrónica para 2018 para formar un enjambre electrónico de protección en la frontera norte. Los planes parecen demorados por falta de presupuesto, pero tarde o temprano deberán ocurrir.
A la larga será muy positivo, pero en el corto plazo traerá altos costos en cuanto a financiamiento y violencia. El primero obviamente lo pagara Mexico y creo en que es necesario por muchas razones… pero el segundo y realmente importante –la violencia- ¿quién la va a pagar? ¿Lo pagaran lo puertos mexicanos?, ¿lo pagara Centroamérica o Estados Unidos?... ¿tal vez lo pagaremos todos?
Columna anterior: México y la Junta Interamericana de Defensa
Miércoles 15 de Enero de 2025