Por: Arturo Aguilar Basurto
El Estado mexicano ha colapsado. Colapso significa “destrucción, ruina de una institución, sistema, estructura,” y esa es, precisamente, la condición en que nos encontramos. El Estado mexicano presenta una completa destrucción de los elementos estructurales que lo componen.
La democracia, como la definió Abraham Lincoln, es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. En las sociedades modernas es imposible el ejercicio de una democracia directa como en la Grecia clásica, por lo que el poder se ejerce a través de representantes populares. Estos representantes tienen como misión velar por el bienestar del pueblo, por su seguridad, su educación, su salud, la salvaguarda de sus libertades, la justicia, etcétera.
Un sistema democrático supone, además, la existencia de un Estado de Derecho con una efectiva división de poderes, para que el poder contenga al poder, a efecto de evitar el abuso del poder; la obediencia real al principio de legalidad de manera que la autoridad solo haga aquello para lo que está expresamente facultada; la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos ya que esta es, por su naturaleza, general, abstracta e impersonal, y, por ende, obliga y protege a todos por igual.
El respeto al debido proceso que implica cumplir y respetar las formalidades esenciales del procedimiento y, de manera muy significativa, un efectivo sistema de responsabilidad civil del Estado por los daños que sufran los particulares por la actividad irregular administrativa del gobierno.
Nada de esto existe en un Estado que, como el mexicano, ha colapsado. El sistema electoral es una farsa ideada para que el grupo que detenta el poder se asegure de conservarlo. La división de poderes tampoco funciona en la realidad, pues el Congreso y la Corte se someten servilmente a los dictados del Poder Ejecutivo. Los partidos, manejados por sus cúpulas, están más preocupados por conservar sus prerrogativas que por la transformación del Estado. El Sistema Nacional de Seguridad Publica es un fracaso total: asesinatos, feminicidios, extorsiones, violaciones, secuestros, robo de combustible es lo cotidiano, y la reforma penal no ha tenido resultados tangibles. En resumen, no hay nada, ni un solo indicio que permita suponer la existencia, en México, de un régimen democrático con un Estado de Derecho.
La reciente tragedia en el socavón en el tramo recién inaugurado de la carretera en Cuernavaca (que causó un sufrimiento indescriptible, tanto en las víctimas directas que quedaron enterradas vivas como a sus familiares, y que de ninguna manera se puede soslayar considerándola como un “mal rato”, como pretendió el Secretario Ruiz Esparza) pone de relieve otra carencia absoluta del Estado en México que no puede faltar en un Estado de Derecho: la responsabilidad civil del Estado.
De acuerdo con la Constitución y con la ley, el Estado mexicano tiene una responsabilidad, objetiva y directa: la obligación de indemnizar por los daños que cause como consecuencia de su actividad administrativa irregular. Por ejemplo, todo lo que pase en una cárcel, TODO, es responsabilidad del Estado pues son recintos totalmente bajo su control. Éste es responsable de las muertes que ahí ocurran, de los plagios y extorsiones que ahí se planeen, del tráfico de drogas, de la corrupción ¿Cuándo ha indemnizado el Estado por estos hechos? Igualmente es responsable de los daños que se origen por cualquier actividad irregular de la administración pública en la construcción de cualquier obra pública. Estos daños deben ser indemnizados y no pueden verse simplemente como “un mal rato” y ya pasó.
Miércoles 15 de Enero de 2025