De Ciencia-Ficción y políticas

Hace casi 35 años Ronald Reagan lanzó un fantástico proyecto de intercepción de proyectiles balísticos, un sistema llamado "Iniciativa de Defensa Estratégica" (SDI por sus siglas en inglés) y bautizado, entre broma y verdad, como "Star Wars" (la Guerra de las Galaxias) por la serie fílmica del mismo nombre. El discurso fue en marzo de 1983. 34 años y seis meses después y tras una inversión de al menos 209 mil millones de dólares, Estados Unidos sigue empeñado en la mejoría de su sistema de intercepción de proyectiles balísticos, ya no de la desaparecida Unión Soviética sino ahora de Corea del Norte, Irán, y tal vez "sólo por precaución", de Rusia y la República Popular China. De acuerdo con sus partidarios, la idea es evitar los ataques de regímenes "renegados" como consideran a los iraníes o a los propios norcoreanos. Cierto que los proyectiles intercontinentales han probado ser la menor de las amenazas que enfrentan los Estados Unidos, pero la SDI es una iniciativa que cautivó la imaginación de los estadounidenses. De acuerdo con la página AllGov.com, dedicada a los quehaceres del gobierno, lo bueno y lo malo del programa es que su eficiencia nunca tuvo que ser probada. Es necesario señalar, sin embargo, que los militares estadounidenses han hecho saber de éxitos considerables en la intercepción y destrucción de proyectiles. Quizá la información sea parte de esfuerzo para disuadir de su uso. En febrero de 2010, por ejemplo, el diario británico The Guardian hacía eco del exitoso uso de rayos láser para derribar a un proyectil balístico y con ello obligar al menos a los responsables de los programas de misiles de Irán y Norcorea "a desarrollar proyectiles más rápidos y a tomar medidas para contrarrestar los rayos láser". El martes, el Pentágono informó de una prueba positiva del programa de "Defensa Terminal del Area de Altitud Elevada" (THAAD por sus siglas en inglés) contra un proyectil de ensayo lanzado desde aguas cercanas a Hawai. La prueba tuvo lugar apenas diez días después de que Corea del Norte probó con éxito un proyectil que afirma puede alcanzar costas estadounidenses y prácticamente el mismo día que el régimen de Pyongyang celebraba el hecho con un concierto de música popular. Y no es menos correcto asumir que es probable que la existencia y los trabajos de la SDI hayan proseguido sin que los estadounidenses se den cuenta, como suele ocurrir con los programas burocráticos. Muy al margen de ese ensayo, lo cierto es que por ironía geográfica y simplemente por razón de su vecindad con Estados Unidos, Canadá, México y hasta Cuba están expuestos a posibles ataques con proyectiles mal apuntados o desviados, con lo cual hasta esos países tienen interés en el éxito de Star Wars. Y lo cierto, en todo caso, es que de la misma forma que ya van siete películas de la saga de Star Wars y que la serie de Luke Skywalker, jedís y compañía vivirá al margen del fin de la historia principal, la SDI tiene ahora vida propia. Columna anterior: ¿El ocaso de la nación indispensable?