Se recrudece la batalla por el acceso a la boleta y se velan armas rumbo al triunfo en las urnas. Se revelan aspiraciones personales, se planean y denuncian alianzas y coaliciones, se exige piso parejo (con lo que se acepta que no se estima probable la victoria), se distribuyen encuestas serias y ficticias, y se construyen estrategias y tácticas que son, a un tiempo, noticia y espectáculo.
Por: Alejandro Poiré*
Al tiempo, muchos nos preguntamos, con una mezcla de indignación y frustración, qué hacer, cómo incidir, ante una historia que se perfila como todo menos auspiciosa. Se antoja casi como si nos fueran a obligar a ver, de manera permanente y sin límite de tiempo, un espectáculo donde un conjunto de mercenarios se pelea por el privilegio de torturar a nuestra patria, y uno no pudiera más que atestiguar aterrorizado desde la tribuna.
Se dirá que el problema es predominantemente de un partido y que basta con sacarlo del poder, de una vez por todas, para purificar lo público, ya sea vía un frente encabezado por el PAN y el PRD, o entregando a MORENA dicha tarea. Es innegable que el PRI, particularmente en años recientes, ha retomado fuerza como influencia corruptora y antidemocrática. Pero así como estas linduras no le son ni de lejos exclusivas a ese partido, tampoco todos sus integrantes se miden con la misma vara.
Hay muchas cosas por hacer para ser partícipes más útiles de esta contienda. Así para usted como para los activistas y centros de análisis consternados por la rampante corrupción. Una muy valiosa sería construir la vara que nos permita medir, en los hechos, qué tan probos han sido los distintos aspirantes a la presidencia cuando han sido servidores públicos. En el Ejecutivo y Legislativo, en lo local y lo federal, prácticamente todos los contendientes principales a la presidencia--incluso los independientes, han estado a cargo del uso de recursos públicos en el pasado o lo están actualmente.
¿Sabemos cuánto gastaron las dependencias a su cargo? ¿Cuánto de esto fue objeto de observaciones, investigaciones y sanciones por la Auditoría Superior de la Federación o las auditorías estatales? ¿Cuánta de la información pertinente se hizo pública en tiempo y forma por medios electrónicos y en formatos verificables? ¿Cuánto del monto ejercido fue adquirido por licitaciones y cuánto por asignaciones directas? ¿Cuál fue la antigüedad promedio de los proveedores beneficiados? ¿Cuánto de lo adquirido por Compranet cumplió con el tiempo mínimo de publicidad de las bases de la licitación?
Si para cada contendiente tuviésemos al menos esta información, podríamos construir un Índice de Probidad en el ejercicio del gasto que serviría como una vara pareja, no ideológica, para medir su desempeño anticorrupción. No es poca cosa. Como ciudadanos, tendríamos una forma de evaluar sus aspiraciones en función de cómo han usado nuestros impuestos. Y nuestros corruptólogos construirían un bien público de enorme valía en la poco prometedora gesta que viene.
*Alejandro Poiré es decano del Tec de Monterrey
@AlejandroPoire
Alejandro Poiré: Tarea para corruptólogos
Muchos nos preguntamos, con una mezcla de indignación y frustración, qué hacer, cómo incidir, ante una historia que se perfila como todo menos auspiciosa