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Haitianos en Iztapalapa

OPINIÓN

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Iztapalapa una delegación con muchas carencias y problemas, pero ahora se ha convertido en refugio de migrantes de Centro y Sudamérica, además de algunos africanos, una comunidad de morenos afrodescentientes que encontraron en estas colonias pobres su hogar.   “Solo somos un poquito más morenos”, dice Alexandre, un haitiano de 33 años que en pocos meses ha aprendido español y modismos chilangos, sonríe con facilidad, a pesar de las complicaciones que lo obligaron a salir de su país.   México empezó a recibir haitianos primero por el terremoto de 2010 y después por el huracán de 2016, muchos tenían como objetivo llegar al norte para cruzar la frontera hacia Estados Unidos, pero no todos lo consiguieron, Tijuana ya tiene una gran colonia de estos caribeños, pero otros quedaron regados por varios estados, algunos llegaron a Iztapalapa.   Alexandre y Edval son haitianos de Gonaïves, del departamento de Artibonite, ahora viven en la colonia Fuego Nuevo, donde también se ven con más frecuencia morenos colombianos, brasileños, hasta cameruneses.   Estos haitianos llegaron a México el 23 de diciembre del año pasado, entraron por Chiapas, su viaje fue muy largo, venían por tierra desde Brasil.   La sacudida por los fenómenos naturales obligó a muchos haitianos a salir de su isla devastada, Alexandre y Edval primero se fueron al sur, trabajaron en Chile y después en Brasil, pero se enfilaron al norte como muchos otros y pararon en México.   Al cruzar al frontera de Guatemala, Alexandre y Edvual junto con otros haitianos pidieron refugio a México, vivieron durante tres meses en la Casa Mambre ubicada en Garibaldi, en el centro de la Ciudad de México, ahí reciben a migrantes que están en el país en calidad de refugiados.   Iniciaron los trámites para conseguir el estatus de refugiados, pero la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) se los negó, ellos no entienden por qué, así que acudieron al Instituto Nacional de Migración y les dieron una visa humanitaria por un año, pero al no se refugiados tuvieron que abandonar la Casa Mambre y buscar un lugar para vivir.   Se subían al metro y empezaron a buscar trabajo, recuerdan que anduvieron por el zócalo, Cuauhtémoc y Sevilla.  Alexandre es maestro de construcción y Edval es profesor de matemáticas en una secundaria, aquí solo consiguieron empleo como peones de albañil en una obra cerca del metro Chabacano, ellos dicen que son “asistentes de construcción”.   Trabajan de 8 de la mañana a 6 de la tarde, con una hora de descanso por 1500 pesos a la semana, una amiga les recomendó venir a Iztapalapa a la colonia Fuego Nuevo porque las rentas son más baratas, viven en un cuarto con un baño y una cocina por el que pagan 3000 pesos, les parece muy caro porque tienen que ahorrar dinero y enviarlo a Haití para mantener a la familia. Dicen que allá ganaban mejor, pero ahora en la isla no hay trabajo.   La colonia no les da miedo, aunque sea un barrio difícil, les gusta ir al zócalo porque ven muchos extranjeros, les gusta la ciudad y quieren echar raíces aquí; ninguna autoridad local les ha ofrecido ayuda, en la delegación Iztapalapa ni siquiera saben que hay una comunidad de extranjeros acá.   Al pensar en su futuro dicen: “quiero vivir en México, tener un mejor empleo para traerme a mi familia, comprar una casa y ser feliz”.   Columna anterior: Los pendientes de Norberto Rivera