Jugar con fuego

Juan Carlos Osorio rompe los esquemas tradicionales y juega con fuego. Jamás se ha visto al entrenador de los grandes clubes o selecciones de la historia reciente realizando ocho cambios de un partido a otro, menos en un torneo corto como la Copa Confederaciones.
Sin embargo, el estratega colombiano lo hace con la Selección Mexicana y como decíamos aquí mismo hace ocho días, mientras los resultados lo acompañen, será imposible hacerle una reclamación airada al innovador y a la vez temerario técnico nacional. Llama la atención que sus revolturas no las hace a lo loco. Estudia, disecciona al contrincante y entonces decide. Aparentemente tienen una lógica. No es un charlatán, ni nada parecido.
Por otra parte, debe ser un gran psicólogo para mantener a veintitantos deportistas en santa paz, a pesar de que los mueve como fichas de dominó cuando se hace la sopa. No se tienta el corazón para mandar a la banca a quien sea. No me podría imaginar a un Cuauhtémoc Blanco, por ejemplo, siendo enviado a la banca luego de jugar un gran partido. Al parecer, Osorio cuenta con un grupo de jugadores dóciles y obedientes, que aceptan la mezcolanza sin alzar la voz. No se ponen al brinco ni lo cuestionan. No lo hacen, dice Mario Carrillo, porque no es el momento: la Selección clasificó a Semifinales de la Confederaciones. Queda claro que en este equipo no existen los titulares indiscutibles. Lo malo de las llevadas y traídas rotaciones es que mientras menos jueguen juntos ciertos futbolistas clave, más difícil será lograr que se conjunten. Siempre se ha requerido de alianzas ofensivas, sociedades para crear futbol. Históricamente ha habido duplas o tercias que se han entendido a ojos cerrados. Acá no existe tal cosa, porque cuando te empiezas a aliar con algún compañero, te lo cambian para el siguiente juego. El equipo queda descobijado y el edificio parece endeble, sin solidez en los rotados y reacomodados ladrillos. Por eso la Selección ha tenido pasajes buenos, pero no partidos redondos. Manuel Lapuente, voz autorizada, dice que en cualquier momento este equipo puede colapsar. De hecho, ya colapsó el año pasado, cuando Chile le encajó la friolera de siete goles en la Copa América de Estados Unidos, ya por culpa del entrenador, ya por culpa de los jugadores que se dejaron pisotear de modo lamentable en el segundo tiempo de aquella barbarie. ¿El método osoriano está entonces colgado con alfileres? Eso lo sabremos dentro de pocas horas, en un duelo de alto riesgo y alta tensión contra la siempre poderosa Alemania. Esta mañana estará en riesgo la fórmula de las rotaciones. El equipo germano está integrado por jóvenes de gran capacidad, varios de los cuales estarán participando en el Mundial dentro de 12 meses. O sea que ya están a punto de turrón. Cuentan con la clásica mentalidad alemana, férrea, intratable, aplicada. Alemania nunca se rinde. No lo olvidemos durante el juego de hoy.
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