En agosto de 2014, una vez promulgada la reforma energética que revirtió la nacionalización petrolera de Lázaro Cárdenas –y que coronó el Pacto por México–, Luis Felipe Bravo Mena estaba exultante: El presidente priista Enrique Peña Nieto había materializado el “programa histórico” del PAN. Ideólogo de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) y presidente del PAN cuando Vicente Fox ganó la Presidencia de la República, en el 2000, Bravo Mena reivindicaba como “victoria cultural” de su partido las reformas: “Podemos decirnos satisfechos, porque realizamos nuestro programa histórico”.
En plática con él, me decía que como hizo Carlos Salinas en 1988 --y que no pudieron hacer Fox y Felipe Calderón--, gracias a Peña “el programa histórico del PAN, político y económico, está hoy en la ley”.
Y evocando al candidato presidencial panista de ese año, de quien fue asesor personal, celebraba que Peña “rectificó y retomó el programa del PAN. Diría Manuel Clouthier: Salinas me robó mi programa de gobierno”.
--¿Entonces Peña también le robó al PAN su programa de gobierno?
--Tomó el programa de gobierno del PAN.
Pues bien: a este PAN ha decidido someterse el PRD. ¿Para qué? Para formar en la elección de 2018 un “frente amplio democrático” de oposición al PRI y a las políticas de Peña que son, como se ufana Bravo Mena, el “programa histórico”... del PAN.
Parece esquizofrenia, pero es interés puro y duro. “Los acuerdos en política se dan por necesidades”, me dijo hace cuatro años Jesús Ortega, el perredista que articuló el Pacto por México y que es el más tenaz impulsor de la alianza con el PAN.
Y sí: al PRD le urge que el PAN lo rescate de una tendencia a la marginalidad que no detuvo el 17 por ciento que logró en el Estado de México y donde, de haber querido lo que hoy quiere, pudo aliarse al PAN. No lo hizo, porque la “necesidad” del PRI -su dueño en esa entidad- se lo prohibió.
Ahora el PRD, en su análisis sobre las tres tendencias hacia 2018, no sólo es hipócrita al omitir a Andrés Manuel López Obrador -“que impulsa el extremismo y la polarización social y política del país”-, sino servil al lavarle la cara al PAN al decir que sólo el “PRI representa la continuidad, el status quo y defienden (sic) el modelo de desarrollo neoliberal y sus reformas estructurales”.
Y el PAN, según el PRD, puede integrarse a “una nueva mayoría política y social que represente la pluralidad democrática de México, que aspira cambiar de fondo el régimen presidencialista y el actual modelo de desarrollo”, pese a que Fox, Calderón y ese partido jamás han intentado hacerlo. Así, el PRD no sólo se alía al enemigo histórico de la izquierda -el PAN que nació contra las políticas de Cárdenas-, sino al corresponsable de tres décadas de capitalismo salvaje con toda su herencia de miseria, corrupción, privilegios, violencia e impunidad...
APUNTES: Dice López Obrador que hay sumas que restan. El PT, su aliado, es de esas.