Por fin un equipo

¿Quién está detrás de la campaña mediática que pretende reventar el proceso mundialista de Juan Carlos Osorio? Porque muchos, incluido yo, no nos tragamos los “análisis” de los opinadores acerca del sufrimiento de la Selección, de que a pesar de que se ganan los partidos –nada más, pero nada menos- el estilo de juego no convence y que no tener un once inicial obliga a lapidar al director técnico. De verdad no lo entiendo. Tenemos décadas cuestionando el trabajo de los entrenadores del equipo nacional de futbol. Muchas veces con razón (Sven Goran Eriksson, Enrique Meza), otras no tanto (Ricardo La Volpe).
Los analistas cuestionan al entrenador en turno cuando viene de fuera, porque es extranjero: “No conoce la idiosincrasia del mexicano”. Cuando es uno hecho en la liga local: “México está para más, necesita un Marcelo Bielsa”. Cuando es de alto perfil: “El Piojo es muy protagonista; golpea a sus detractores”. Cuando es seco en sus comentarios: “¿Qué le pasa al Chepo?”. Cuando dice que la Selección va caminando al Mundial: “La Volpe es un pretencioso, peca de confiado”. Así, saecula saeculorum.
¿Cuál es el pecado de Osorio? Las rotaciones. Lo tachan de improvisado, de ocurrente, maniático de su libreta, de referirse a las posiciones de campo por números. Ha sido víctima no sólo de cuestionamientos, sino hasta de burlas, de quienes, hayan jugado o no, tienen el poder del micrófono o del papel. Su efectividad (20 triunfos en 27 partidos, 5 empates, 2 derrotas) se minimiza. “Sí gana, pero no nos convence”. Recuerdo cuando los feroces cuestionamientos al Tri versaban sobre su falta de capacidad de respuesta. O sobre jugar grandes partidos ante rivales de élite y perder contra los países chiquitos. El equipo de Osorio hoy gana parejo. ¿Sufre? Ciertamente, como ante Nueva Zelanda. Pero como bien dice el entrenador, los jugadores son resilientes. Saben venir de atrás. El colombiano sabe leer los partidos. Los goles en los segundos tiempos de la Copa Confederaciones no son fortuitos. Se construyen con un esquema de juego. Siempre nos quejamos de que el mexicano no sabe hacer equipo, éste es un equipo, no son sólo 11 hombres, es un equipo que sabe ayudar y se ayuda, con vestidor controlado y sin que los dueños metan mano, ¿será que eso molesta? Una cosa es hacer periodismo crítico, sustentado y riguroso; otra, desde la trinchera de la opinionitis, erigirse en perdonavidas del entrenador nacional. Por décadas han cuestionado a los federativos por la falta de continuidad, ahora que la hay, tampoco es suficiente. Osorio ha cosechado triunfos históricos en Honduras, Canadá, El Salvador, Trinidad y Tobado y Estados Unidos. ¿Por qué molestan tanto las rotaciones? El jueves el reto es ganar por segunda vez una semifinal en Confederaciones. Ojalá trascienda, por él y por los jugadores; por los mexicanos que escatimamos el reconocimiento. Si no lo logra, tendrán su árbol caído para hacerlo leña.
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