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México, la ONU y las operaciones de mantenimiento de la paz

OPINIÓN

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El anuncio el 24 de septiembre de 2014 en la Asamblea General de las Naciones Unidas, que México reanudaría su participación en las operaciones de mantenimiento de la paz de la Organización (OMP) tomó por sorpresa a la opinión pública mexicana y a la comunidad internacional. No obstante, ha sido una de las decisiones mejor fundamentadas en la política exterior mexicana. Se tomó tras un análisis riguroso, sustentado en una metodología y criterios sólidos creados exprofeso para los propósitos mexicanos de participación.  Sí, así es: la Cancillería y las Fuerzas Armadas diseñamos una política pública de política exterior y de seguridad internacional, o como la hemos denominado, —quienes tuvimos la oportunidad y responsabilidad de participar en su diseño y eventual instrumentación, logramos generar— una “visión  mexicana de las OMP”.
Contrario a los intentos fallidos previos, esta vez el objetivo era dar un paso firme, sostenido y de largo aliento. Muchas veces resulta fútil pensar en políticas de Estado, y más para el caso de la política exterior que obliga a diseñarse e instrumentarse a la par de –o en el mejor de los escenarios, adelantarse a— la evolución inexorable del sistema internacional. Pero en este caso, lo que se produjo es algo similar a lo que podría tildarse como una política de Estado.  
El ejercicio de análisis emanó de una instrucción presidencial y echado a andar el 23 de agosto de 2013, por los Secretarios de Relaciones Exteriores, de la Defensa Nacional y de la Marina.  Los tres encabezaron el grupo de trabajo sobre las OMP, que durante un año aproximadamente sesionó alternamente en las sedes de las tres dependencias. Las reglas del juego se sentaron desde la primera sesión y sin duda, las normas de oro que incidieron en el profesionalismo y el éxito con el que operó fueron dos: la primera, se trató de un grupo muy pequeño de altos mandos y funcionarios de alto nivel con experiencia en el tema y cercanía a los secretarios, por lo que el ejercicio de análisis se desarrolló en un ritmo más que saludable y facilitó en todo momento, la toma de decisión. La segunda regla fue que ningún miembro podía ser reemplazado y esto contribuyó a que los trabajos se mantuvieran en la alta confidencialidad que se requería.
Durante ese año, el grupo celebró 16 reuniones, muchas de ellas, de más de ocho horas ininterrumpidas de análisis y en dos adicionales, los tres secretarios recibieron las recomendaciones generadas y que examinaron a detalle, durante varias horas de sus agendas. 
Durante este tiempo, los miembros del grupo preparamos los elementos para una decisión presidencial y que consistió en: a) revisar y analizar a profundidad el marco jurídico mexicano que sustentaría la participación de México en las OMP; b) estudiar a detalle cada una de las 15 OMP de la ONU desplegadas en el mundo en esos momentos, para presentar los nichos de oportunidad para las Fuerzas Armadas e identificar las preferencias del gobierno mexicano; y, c) definir los siete criterios que permitirían la participación de México y que incluyen desde la factibilidad logística, los riesgos militar y sanitarios hasta el valor estratégico que el despliegue en la zona de conflicto, podría representar para las relaciones internacionales de nuestro país.
El ejercicio no sólo consistió en esgrimir los argumentos de por qué México no tenía ya más margen para ausentarse de las OMP, sino que las tres dependencias estuvimos listas para justificar a dónde ir, por qué ir y los beneficios de desplegar postulaciones individuales militares en tal o cual OMP. Corrimos los kilómetros extras para someter a consideración las bases de una decisión bien fundamentada.
Pero además de la decisión histórica, uno de los mayores beneficios que arrojó esta política púbica, fue la sinergia sin precedentes que generamos las Fuerzas Armadas y la Cancillería. La colaboración fue siempre estrecha y la confianza y el “espíritu de cuerpo” se robustecieron sesión tras sesión. Los miembros del Grupo de Trabajo, sabíamos que nuestro mandato estaba desahogado, dado que juntos logramos generar una visión mexicana de las OMP y un acervo analítico inédito para el acervo del Estado Mexicano.