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Mariana Gómez del Campo: México, ¿el nuevo Venezuela?

OPINIÓN

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No existe razón alguna que justifique lo que sucede actualmente en Venezuela; uno de los países con más recursos de hidrocarburos de la región está sumido en una de las crisis más crudas de la historia debido al pésimo proyecto de nación emprendido por Hugo Chávez y seguido por Nicolás Maduro. Hay que decirlo, Chávez llegó al poder por la vía constitucional, fue electo con el 56 por ciento de la votación y lo hizo con un discurso de supuesto combate a la corrupción. Al poco tiempo, Chávez detentó “de facto” la totalidad de los poderes emanados de la Constitución “bolivariana” de 1999. Su agenda popular asumía como prioridad los derechos económicos y culturales, pero casi anuló el ejercicio de los derechos civiles y políticos, lo que puede explicar el intento de golpe de Estado de 2002. La presencia del caudillo venezolano estaba consolidada en todos los poderes. Sin embargo, en 2007 fue sometido a referendo popular una reforma constitucional para hacer de Venezuela un “Estado socialista”, mismo que fue rechazado con el 51 por ciento de los votos. Dos años después reformó la Constitución para reelegirse los periodos que quisiese. Así, Chávez fue a las urnas en 2012 y se reeligió. Falleció en 2013. Así llegó al poder Nicolás Maduro, quien profundizó la crisis. Maduro ha actuado de forma aún más antidemocrática y tirana, ha anulado todos los derechos del pueblo venezolano; al grado de que hay un desabasto generalizado de alimentos básicos, medicinas y tratamientos para enfermedades crónicas; el país enfrenta una hiperinflación de 720 por ciento según el FMI; van 91 muertos hasta hoy a consecuencia de haber salido a las calles a manifestarse y ahora pretenden desconocer a la oposición. En la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos, Delcy Rodríguez, la Canciller venezolana, ha pintado a la dictadura de cuerpo entero al afirmar: “no vamos a ceder”, mientras su pueblo se vuelca a las calles sin alimentos, sin recursos, con las cárceles llenas de líderes opositores, con militares juzgando civiles, en pocas palabras, al borde del colapso. La Canciller incluso decidió abandonar la reunión de ministros de la OEA. El gobierno de Venezuela está sumergido en la negación y se indigna ante la presión internacional para que se reconozca la democracia y el llamado a elecciones y el respeto a los derechos humanos. México tiene sus propios problemas y debemos seguir trabajando para superarlos pero no podemos ser omisos ni quedarnos callados ante los atropellos de una dictadura. Por suerte, en México la mayoría de las fuerzas políticas ya se han pronunciado, el único personaje que no lo ha hecho es López Obrador. No es extraño ya que hace un par de semanas vimos en redes sociales el agradecimiento de la Embajada Venezolana a Morena por su respaldo al régimen. Nuestro país debe aprender de lo que hoy está viviendo ese país sudamericano a causa del populismo. El riesgo es real: México podría ser el nuevo Venezuela.  
*Senadora del PAN