Venezuela polariza, desestabiliza, "re-encrudece" la violencia y acrecenta las violaciones graves al orden democrático.
Ello ante la movilización pasiva y silenciosa de la comunidad internacional que busca inhibir el fantasma de la intervención internacional y actuar en consecuencia en medio de una gran encrucijada revolucionaria entre imperialismo y el neo colonialismo político.
Venezuela ofrece en sí las claves de lo que pasaría en cualquier país de latinoamérica si se dejase gobernar por un líder mesiánico.
Por un sedicioso que después de haber alimentado las esperanzas de las masas hoy les infunde el temor de un golpe derechista con la finalidad de justificar el uso de la violencia como único medio para pacificar, y en el proceso logra imponer su pseudo verdad, su pseudo nacionalismo a la luz de un chavismo que se desmorona.
Sin duda son tiempos difíciles para el pueblo venezolano.
Es difícil para los venezolanos dejar de manipularse, es difícil reconocer la posverdad de un chavismo que solo llevó a unos cuantos a la riqueza y el poder.
Pero más difícil aún es poder dejar de escuchar al presidente Nicolás Maduro y sus mentiras para volver con la frente en alto a la razón del Simón Bolívar cuyos ideales engrandecieron a Venezuela y a todo un continente.
Esta es la razón por la cual la intervención internacional en Venezuela no solo es un paso decisivo sino necesario.
Los gobiernos de los países deben actuar para frenar las graves alteraciones al orden democrático que nuestro país ha denunciado -vía la mesa instalada sobre el caso Venezuela ante la OEA en Estados Unidos-, y tomar acciones si queremos conservar el espíritu integrador de las Américas.
Se trata pues del mas grave intento de un mandatario de acallar un pueblo.
Del intento de ignorar a la diplomacia geo estratégica de las Américas donde se ha exigido ya la liberación de presos políticos y la jación de un calendario electoral con observación internacional para instaurar un nuevo gobierno.
Al margen de las urnas, el activismo no debe apagarse, las redes sociales impulsan una especie de primavera árabe en Venezuela, donde solo la convicción soberana de un pueblo puede apagar la soberbia de un dictador como Maduro.
El presidente venezolano ha seducido a las masas con falsas esperanzas y con engaños ha tratado de impulsar una revolución que garantice la continuidad de su régimen sin importar que los ciudadanos sean juzgados por tribunales militares, que se realicen millones de detenciones arbitrarias, o que en este país se de una ausencia total de garantías para manifestarse.
Con o sin mandato, el pueblo venezolano ya no aguanta más al dictador, y sus voces hacen eco en el seno de la OEA donde EU, Perú, Brasil, Chile y Paraguay, y Canadá de nirán en próximos días los alcances de esta intervención internacional en pro de la paci cación en Venezuela.
*Diputada PVEM