Tras confirmar que la maquinaria priista ya no levanta para resolver elecciones, el presidente Peña ha ingresado en la fase crítica de su gobierno: preparar el territorio para nombrar un candidato que salve al PRI de una derrota en las elecciones del próximo año.
El Presidente llega a este momento en una situación complicada: reprobado en el país, desprestigiado en el extranjero, sin un plan para resolver la nominación del partido, y con la marca PRI en uno de sus momentos más impopulares.
¿Cómo reconstruir la máquina que por décadas produjo millones de votos? ¿Cómo hacerlo desde las ruinas del Estado de México, donde Del Mazo obtuvo los votos equivalentes al 17 por ciento de los electores? Si Narro, el mejor calificado de los priístas, es candidato, ¿su historia de honestidad y esfuerzo bastará para movilizar, con otras montañas de dinero, a la temida aplanadora del PRI que en unas horas perdió millones de votos?
Parecido al Mejía Barón que se resistió a hacer cambios contra Bulgaria –Miguel guardó a Hugo Sánchez y Stoichkov nos mató en el 94– Peña finalmente parece tener prisa por tomar decisiones.
El viernes, día que muere temprano para abrazar la fiesta del fin de semana, Los Pinos soltó una bomba silenciosa: la renuncia de Humberto Castillejos, Consejero Jurídico de la Presidencia.
Operador sigiloso y efectivo, funcionario estratégico en la arquitectura y blindaje legal del proyecto de gobierno Peñista –el Pacto por México– y de Peña mismo, Castillejos se va antes de que se eche a andar la sucesión presidencial. Lo sucede Misha Leonel Granados, de 37 años, un joven cercano a Meade y Videgaray.
Horas después de la salida de Castillejos, el secretario Meade se vio obligado a cancelar una gira que este lunes haría a Jalisco. Lo convocaron a una reunión de urgencia en Los Pinos, este lunes al mediodía.
En la Sedesol, mientras tanto, el fin de semana los altos mandos operaron la salida del secretario Luis Miranda, primera baja tras la elección en el Estado de México. Al compadre del Presidente le recriminan haber sido un mal operador de los fondos federales y perder municipios importantes como Ecatepec.
En la marea de una sucesión desatada hay un dato que es oportuno rescatar: Castillejos, el Consejero Jurídico cuya tarea la Presidencia proclamó como “fundamental en el diseño, construcción, negociación, y aprobación” de las reformas estructurales, jugó el mismo papel en proyectos como la refundación del INE.
Desde esa posición Castillejos revisó una lista de candidatos y con tinta negra dibujó una paloma en el nombre de Lorenzo Córdova. En Los Pinos tuvieron lugar las negociaciones que acabaron con la autonomía del antiguo IFE.
Ideólogo de los nuevos órganos electorales, Castillejos se va con las elecciones del Estado de México y de Coahuila camino a los tribunales. Su legado es una crisis de desconfianza y falta de credibilidad en las instituciones que nos remite al México pop electoral de finales de los 80.