Diego tiene siete años. Una tarde hurga en el ropero de la habitación de sus padres y encuentra una pistola, parecida a las que ve en la televisión y similar a una de plástico que le compraron días atrás. La toma y de inmediato la empuña, como si manejarla fuera fácil; la muestra a su compañero de juegos, su hermanito Luis de cinco años, y le apunta. Una detonación interrumpe la tranquilidad de la casa, retumba y atraviesa las paredes; calla las risas de los niños que juegan. Diego ve cómo su hermano se desvanece ante sus pies, mientras sostiene tembloroso el arma que apenas puede mantener entre las manos.
Sí, las armas de fuego fueron pensadas como un instrumento para causar un daño o afectar la integridad de las personas.
Por ello, el Programa Desarme Voluntario, diseñado por el doctor Miguel Ángel Mancera, ofrece alternativas para que las armas de fuego que se encuentran en las viviendas de la Ciudad de México, sean destruidas y se eliminen posibles factores de peligro, de alcance grave e incluso mortal.
Así funciona. En espacios públicos concurridos y con la participación de diferentes dependencias, se instalan módulos de canje en los que cualquier persona puede entregar el arma que ya no quiere en su casa. También puede llamar para que una brigada vaya a recogerla al domicilio.
Si bien es cierto que por cada arma que se deposita en los módulos de recolección o que se recoge en la propia casa, se entrega una cantidad de dinero, lo más importante es evitar que manos inocentes se causen daño, lesiones irreversibles e incluso la muerte.
A la fecha más de 28 mil pistolas, rifles, fusiles de asalto, granadas activas y proyectiles de mortero, entre otros objetos peligrosos, han sido retirados de los hogares a través del Programa de Desarme Voluntario.
Un punto esencial de esta acción es la cultura de la paz y la convivencia armónica, por ello también se canjean juguetes bélicos por didácticos y educativos que generan un cambio positivo en la percepción lúdica de nuestras niñas y niños.
El objetivo es que la Ciudad de México sea reflejo de un logro más por constituirnos en una sociedad pacífica, preocupada por su niñez, y que nunca lamentemos no habernos dado la oportunidad de salvar vidas al retirar objetos potencialmente peligrosos de las casas. No es una cuestión menor, es un asunto de vida.
María es madre de tres niños. Regalo de su padre, guardaba una granada de mano en una pequeña caja dentro de su cocina. Luego de escuchar noticias de los accidentes que ocurren con las armas se decidió a entregarla; la colocó en una bolsa de plástico y después en la que usa para ir al mercado. Cuando presentó el arma, en el módulo se registró una intensa movilización que provocó la intervención de fuerzas especiales. Para sorpresa de María y de sus tres hijos, la granada estaba activa… Podría haber explotado en cualquier momento.
*Secretario de Desarrollo Social en CDMX