México no ha logrado generar una expectativa de vida de calidad para miles de mujeres adolescentes que se embarazan. No hemos logrado generar los valores necesarios para evitar este grave problema de salud pública. Es urgente trabajar juntos, familia, universidades, organizaciones no gubernamentales e instituciones de salud para hacer conciencia y tomar acciones contra ello.
El embarazo adolescente es un problema de salud de graves consecuencias, que trae consigo conflictos familiares, escolares y personales, y afecta el proyecto de vida de las jóvenes. En el mundo se registran 16 millones de embarazos no deseados y México ocupa el primer lugar entre las naciones que forman parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.
De los dos millones de nacimientos al año en nuestro país, la quinta parte –cerca de 400 mil– son en mujeres menores de 19 años y 10 mil en madres menores de 14 años.
De los 123 millones de mexicanos, 30 por ciento son adolescentes, es decir, 24 millones, y uno de cada cuatro tiene vida sexual activa. Uno de cada cinco nacimientos se da entre menores de 19 años, lo que representa un riesgo muy elevado desde todos los puntos de vista.
Para 2014 se registraron 17 nacimientos diarios en el grupo de 10 a 14 años y un poco más de mil en el grupo de 15 a 19. En la Ciudad de México, casi 76 mil adolescentes se embarazan cada año, 80 por ciento de ellas deja sus estudios y 33 por ciento son madres solteras.
Según la Encuesta en Salud de 2012, el 33.4 por ciento de mujeres adolescentes inició relaciones sexuales sin protección anticonceptiva. Así, la posibilidad de embarazos podría ser de hasta 870 mil.
Las repercusiones se dan en la salud de la adolescente y de su hijo. No contar con un estricto control del embarazo trae consigo la falta de aplicación de estrategias preventivas para evitar complicaciones.
En 1990 el embarazo adolecente en México era del 18%, ahora es de 19% registrándose la mayor tasa en los estados de Oaxaca, Guerrero, Chiapas y Puebla.
Según datos de la Encuesta Nacional de la Juventud 2015, el 49 por ciento de los jóvenes del país no utiliza anticonceptivos en su primera relación sexual, ya que éstos no esperaban tener relaciones; el estudio señaló que otro 9.3 por ciento de la población no utilizó algún método anticonceptivo porque simplemente decidió no usar uno; un 9.3 por ciento arguyó que desconocían los métodos existentes; el siete por ciento porque deseaba embarazarse; y el 5.9 por ciento por vergüenza de conseguirlos.
Estoy de acuerdo con los especialistas que estos números evidencian que uno de los retos de la sociedad mexicana es fortalecer las condiciones y vías de comunicación para que las y los adolescentes ejerzan su sexualidad de manera libre, responsable e informada. Fomentar una educación sexual que empodere a las personas jóvenes para tomar decisiones que les permitan planear su propio futuro, resulta una tarea primordial.
Ahora bien, ningún esfuerzo podrá rendir frutos si no derrotamos los atavismos de la derecha contemporánea en México, esos que están en contra de la planificación familiar, del uso de los anticonceptivos y del aborto. Esa derecha ignorante que campea aun por nuestro país y que tiene lazos bien enraizados en la República mexicana. Ese es el primer obstáculo que debemos librar, y nosotros en la izquierda lo tenemos muy claro, y sobre ello estamos actuando.