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El reto americano

La presencia de un bicampeón de Fórmula Uno en las 500 Millas de Indianápolis ha causado revuelo en una época de corrección política en el automovilismo

OPINIÓN

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Fernando Alonso ha vuelto a sonreír. Y ha sido a esta orilla del Atlántico, a miles de kilómetros de distancia de Woking, ahí donde los ingenieros siguen sufriendo con la unidad de potencia del MCL32 fabricada por Honda. El asturiano pudo olvidarse -sólo durante unos cuantos días- de McLaren, que sigue a la deriva, sin conseguir puntos en el campeonato de constructores. El asturiano se montó por vez primera en el Dallara DW12, ese bólido naranja que lleva el insigne apellido de Andretti en su marca, símbolo del prestigio de uno de los campeones más respetados de la historia, el carismático Mario, cuyo palmarés cuenta con un título de las 500 Millas de Indianápolis, obtenido en 1969. Y rodando con este coche, Fernando levantó el otro día una velocidad promedio de 357 kilómetros por hora en su mejor vuelta, y sorprendió a todos con su capacidad de adaptación a un circuito desconocido. Bien dicen que “el que es gallo en cualquier gallinero canta”. Ahora tendrá que confirmar que tenía razón al dejarse seducir por Indianápolis para intentar ese primer paso que lo acerque a la anhelada triple corona, un reto muy difícil de alcanzar.
Fernando Alonso aprobó con nota sobresaliente el Rookie Orientación Program, y en menos de 50 vueltas al óvalo dejó entrever que lo suyo va en serio
Pero Fernando es un hombre de retos, como el que asumió al firmar el contrato con McLaren-Honda en 2015, apostando sus cartas a un proyecto que no iba a concederle buenos resultados. Qué lejos queda en el tiempo aquel primer campeonato del mundo de 2005 que lo convirtió en un personaje de portada, ambientado con el rugido de ese último motor V10 que marcó el final de una era que todavía muchos aficionados echan de menos. La presencia de Alonso en Indianápolis ha generado una gran expectación, y eso es sano para una carrera que, de súbito, salta a la palestra como un referente del deporte motor en el corazón de Estados Unidos, ahí donde el piloto español deberá acostumbrarse a correr a velocidad de vértigo. No será sencillo sortear el tráfico o el estrés de dar tantas vueltas hasta completar esas 500 millas que pueden llegar a desgastar su concentración. Así que el hecho de contar con un bicampeón de Fórmula Uno en la famosa carrera norteamericana, el mismo día que Ferrari y Mercedes continuarán con su atractivo duelo en Mónaco, representa algo grande y significativo, tanto como el hecho de tener a un piloto que ha vuelto a sentirse libre y competitivo. Y eso es importante para la salud mental de Fernando.