"…Queríamos desarrollo económico, el acuerdo podía ser algo pequeño o grande, decidimos hacerlo en grande”. Así sobrado, a su más fiel estilo, refería sobre el origen del TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), José Córdoba Montoya, Jefe de la Oficina de Presidencia en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. El controvertido “súper asesor” analizó junto a Jaime Serra y Herminio Blanco -punta de lanza en las negociaciones- cada una de las dos mil páginas del Tratado, pero subestimó un tema, el turismo.
Hoy se escuchan voces de preocupación entre algunos empresarios del sector, ¿Qué va pasar con los turistas de los principales mercados emisores, EU y Canadá? La misma ansiedad se vivía en los años 80, cuando la desesperanza cercaba a la sociedad porque no crecíamos económicamente como se nos había prometido, al restringir las inversiones extranjeras y controlar la tasa de cambio. Con este panorama, el presidente Miguel de la Madrid propone que México ingrese al GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio) de esa manera, las barreras proteccionistas disminuyeron dando paso a la diversificación de la inversión extranjera en nuestro país. Por eso, a la firma del TLCAN, el turismo ya iba un paso adelante, aunado a la inercia turística mundial, el éxito no dependió del documento que firmaron los países de America del Norte.
1994, año en que entra en vigor el tratado, aparecen escenas inimaginables, Zapatistas en Chiapas, candidato a la presidencia asesinado, peso devaluado... y de música de fondo un bálsamo para el alma: Oasis con "Wonderwall".
Existe el espejismo de que el TLCAN aumentó la preferencia de los turistas estadunidenses y canadienses por visitar nuestra patria, pero en honor a la verdad sólo contribuyó en incrementar la confianza de los inversionistas, no fue el motor que los impulsó. México históricamente –por la cercanía- es el lugar preferido de los estadounidenses. También se puede aducir que 1995 fue extraordinario gracias al tratado, ya que la OMT nos ubicó en el sexto lugar mundial en recepción de turistas, el mejor ranking hasta nuestros días. Este dato tiene dos puntos que influyeron. Por un lado, la promoción que se dio en medios masivos de comunicación durante la negociación y posterior entrada en vigor del TLCAN, pudo crear la mejor percepción sobre nuestro país, para que los viajantes decidieran llegar a nuestra tierra. Por otro lado y quizá la más convincente, es la variable macroeconómica, el valor de la divisa. La devaluación de nuestra moneda abarató los viajes a precios irrisorios.
Ya no depende México del TLCAN para el éxito turístico. Mientras el tratado se enfoca a una integración a América del Norte, la globalización del turismo tiende a la diversificación del mercado. Como antes del año 1994, este sector tiene la maleta en la mano para seguir viajando. Te invito a seguir discutiendo el tema en @elcastoroficial.
ELCASTOROFICIAL@GMAIL.COM
@ELCASTOROFICIAL