La mañana de este jueves 2 de enero, parte del techo de la obra negra de la que sería la estación principal del Metrobús en Torreón, Coahuila, colapsó, evidenciando el deterioro de una infraestructura abandonada que costó más de mil millones de pesos. Este proyecto, que pretendía transformar el transporte en la región, quedó inconcluso, dejando tras de sí ruinas y frustración ciudadana.
El estruendo sorprendió a los habitantes del sector poniente de la ciudad. Fueron los agentes policiacos estatales de Coahuila, quienes vigilan un retén permanente en los límites con Gómez Palacio, Durango, los primeros en reportar el colapso.
La obra, en su abandono, no solo se ha convertido en un obstáculo para la movilidad, sino que contradice el propósito inicial de garantizar un transporte eficiente. Su historia está marcada por decisiones políticas contrapuestas entre el gobierno federal, encabezado entonces por Andrés Manuel López Obrador, y el estatal, liderado primero por Rubén Moreira Valdés y después por Miguel Ángel Riquelme Solís. Este último optó por continuar el proyecto sin respaldo federal, transformando la iniciativa en un peso muerto para Torreón.
Promesas y frustraciones
El 3 de mayo de 2016, Miguel Ángel Riquelme, entonces alcalde de Torreón, presentó el Metrobús Laguna como una apuesta histórica para la región: “Hace más de cien años Torreón hizo historia, y hoy seguimos haciéndola. Este proyecto es símbolo de nuestra pujanza”, declaró. Según el discurso oficial, el Metrobús sería parte del compromiso presidencial número 116 de Enrique Peña Nieto.
Rubén Moreira Valdez, gobernador de Coahuila en ese entonces, también destacó la supuesta unión de los tres niveles de gobierno para concretar la obra: “Cuando trabajamos juntos, los resultados son extraordinarios”, afirmó. Sin embargo, la realidad demostró lo contrario.
En 2019, AMLO anunció que no destinaría recursos al Metrobús, argumentando que su prioridad sería el proyecto de Agua Saludable para La Laguna. A pesar de ello, Riquelme Solís insistió en continuar: “El Metrobús va porque va”, declaró.
Una historia de fallos
Los retrasos y tropiezos fueron constantes. En 2021, Alfonso Tafoya, director del organismo regulador del transporte masivo, aseguró que la obra estaba lista para operar, pero atribuyó su inactividad a la pandemia. No obstante, las fechas anunciadas pasaron sin avances significativos.
En 2022, para mantener las apariencias, se presentaron camiones modelo King Long para supuestas pruebas. Sin embargo, esto resultó ser un engaño más en una serie de estrategias mediáticas para apaciguar las críticas ciudadanas.
Incluso en 2023, el gobierno de Riquelme realizó una maniobra peculiar: derrumbó parte del techo de la estación Nazas, argumentando que era necesario para reforzar la estructura, era la víspera de la elección.
Auditorías y corrupción
La Auditoría Superior de la Federación (ASF) detectó múltiples irregularidades en las cuentas públicas de 2018 y 2019, incluyendo pagos indebidos, obras no ejecutadas y sobrecostos en materiales y equipos. Lo que inició como un proyecto con una inversión de mil 400 millones de pesos, para 2021 ya se proyectaba en más de tres mil millones, sin resultados tangibles.
El Metrobús Laguna contemplaba 25 kilómetros de rutas, 22 estaciones y 105 camiones en operación. Hoy, esas estaciones están en ruinas y los camiones jamás llegaron.
Una papa caliente
El actual gobernador de Coahuila, Manolo Jiménez Salinas, ha heredado el problema y prometió retomar el proyecto bajo el nombre "Bus Laguna". Se anunció la creación de una Subsecretaría Especializada en Transporte para supervisar las actividades relacionadas. Sin embargo, la desconfianza ciudadana y las críticas por el mal manejo de recursos persisten.
Lo que se pretendía que fuera un símbolo de modernización para Torreón, se ha convertido en un monumento al abandono y la mala gestión. La región, que hizo historia al ser pionera del tranvía eléctrico, ahora enfrenta el reto de resarcir el daño causado por promesas incumplidas y decisiones políticas equivocadas.
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